David y Alex con los Gorilas

Los Gorilas de la niebla: El Clímax de una aventura

[22 de julio de 2011]

Para llegar a este punto, tuvimos que recorrer no cientos sino miles de kilómetros. Sin embargo, muchos pensarán que este fue un destino más de nuestro viaje, pero no. Para mí era una meta, un propósito que tuvo su origen mucho antes de que este viaje fuera concebido.

A finales de los años 90, un amigo me invitó a ver una película de la que yo nunca había oído hablar: Los Gorilas de la niebla. Desde que la comenzamos a ver en un viejo VHS, este filme me cautivó. Tal vez muchos la hayan visto, pero para los que no, cuenta la historia de Dian Fossey, una mujer estadounidense que, aburrida de su vida en América, se viene a trabajar a las lejanas tierras de Rwanda de la mano de un profesor que le encomienda la investigación del único grupo de gorilas en estado salvaje que existe en el planeta tierra. A lo largo de la película, Dian Fossey, quien llega a este continente sólo por 6 meses, va sufriendo una transformación. Ella se enamora de estas bestias, de sus miradas, se su inocencia y así dedica toda su vida en pro de su conservación antes de ser asesinada por cazadores furtivos.

Yo quedé estupefacto con la historia y, desde ese momento, antes de saber acerca de cualquier destino de África, antes del Serengueti, Kruger y El Kilimanjaro, los gorilas se convirtieron en mi obsesión. En ese entonces, para mi África tenía un solo tres países: Uganda, República Democrática del Congo (DRC por sus siglas en inglés) y Rwanda, los lugares donde habitan estos animales. Por años esta obsesión quedó dormida y sólo despertó cuando Camilo, uno de mis amigos más cercanos, se vino a trabajar a Médicos sin Fronteras (MSF) a Tanzania. En cortas conversaciones a través de Skype, este gran personaje me contó sobre este continente. Su vida salvaje, su naturaleza, su cultura. Un día, como si fuese algo pasajero, me dijo: Dave, voy a ver a los Gorilas. Yo quedé mudo, de una sola pieza, congelado. Ese momento, a principios del siglo XXI, fue el inicio de esta gran travesía por África.

La planeación de esta parte del viaje no fue nada fácil. África no es un continente muy amable para los mochileros. Frecuentemente el turismo que viene a esta parte del mundo lo hace a través de agencias de viajes en sus países, a unos precios exhorbitantes, y ni siquiera la agencia de viajes más costosa, podía ofrecernos lo que por años se había configurado en mi mente. Un viaje que comenzara en la parte más austral del continente y terminara de una forma mística con el avistamiento de los Gorilas en la parte central. Así tenía que ser. Los Gorilas darían nuestro adiós a África y cerrarían con broche de oro las aventuras que dejarían marcadas nuestras vidas. Aventuras que de una otra forma nos cambiarían por siempre.

Fue así como en enero de 2011 comencé a leer cientos de páginas de documentación acerca de los viajes en África. Las guías Lonely Planet fueron un buen punto de partida, pero fueron los foros de Internet a lo largo de muchas páginas web de viajes quienes nos ayudaron a llevar a nivel de detalle todo el recorrido. No obstante, cuando partimos hacia Cape Town en Sudáfrica el domingo 29 de mayo de 2011 aún teníamos mucho por resolver. Algunos tayectos inciertos como el camino entre Nelspruit – Maun, Livingston – Dar Es Salaam y Arusha – Kampala. Rutas alejadas del turismo tradicional y que por lo tanto no registran mucha información. Aún así, con esas y otras muchas dudas acerca de nuesto itinerario, teníamos una cosa segura: que el 22 de Julio teníamos un permiso expedido por el gobierno de Uganda para pasar una hora en medio de la selva en compañía de estos primates. Fuera cual fuera nuestro itinerario, si queríamos ver los Gorilas, nos deberíamos presentar ese día a las 7 de la mañana en las lejanas puertas de la Impenetrable Reserva de Bwindi. Un lugar que no aparece en la mayoría de los mapas.
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Luego de decidir, por razones de estabilidad política y a pesar de que Dian Fossey realizó sus actividades en Rwanda ,que el país donde queríamos visitar los Gorilas era Uganda, adquirir el permiso no fue nada fácil. La primera sorpresa que tuvimos en febrero de este año fue saber que el costo de cada uno de ellos era de 500 dólares. Una suma que nos pareció bastante absurda para el tiempo que se estaba en la reserva. La segunda sorpresa fue encontrar que no había permisos disponibles en el gobierno y que deberíamos acudir a los agentes de viajes de Uganda para obtener uno. Recuerdo una semana de finales de febrero madrugando a las 4 de la mañana con un listado de agencias de turismo en mano haciendo llamadas por Skype. Hubo muchos intentos previos porque ya no habían permisos para finales de julio. Solo una, Gorilla Tours, después de habernos dicho que no había disponibilidad, escribió un escueto mail que decía: “Qué tal el 22? Si está bien consigne 1.000 dólares a esta cuenta. Tiene que ser hoy”. En medio de nuestro desespero, ese mismo día hicimos la transferencia bancaria. Dos semanas después, recibí en mi buzón de correo electrónico la copia de dos permisos para hacer el “Gorilla tracking” del grupo NSHONGI en la Impenetrable Reserva del Bwindi. No sabíamos que significaba, pero por lo menos teníamos algo.

Meses más tarde nos enteramos que en el momento sólo se hace rastreo de Gorilas en 6 grupos perfectamente identificados. Tres de ellos se encuentran en Bwindi en Uganda y los otros tres en Virunga National Park en Rwuanda y RDC. Cada grupo de Gorilas ha sido habituado durante tres años para que acepten la presencia de los humanos sin sentir amenaza alguna. Por otro lado, se determinó que sólo 8 personas durante una hora podían visitar los Gorilas en un día. Esto quiere decir que en la temporada alta hay diariamente un máximo de 48 personas visitando 6 grupos de Gorilas en 3 países. La razón principal de esta restricción es cuidar la especie que al compartir el 97.6% de nuestro ADN es vulnerable a la mayoría de las enfermedades que nos aquejan. Por otro lado entendimos que el costo de los permisos era no sólo usado para la investigación de los Gorilas sino también para subsidiar a las comunidades que han tenido que “sacrificar” su tierra para dejársela a estos bellos primates.

Llegamos a Kampala, la capital de Uganda, en la mañana del 19 de julio tras haber pasado las últimas 18 horas en un bus que tomamos en Arusha, Tanzania. Nos hospedamos en el hotel Red Chilli y nos dispusimos a tomar un descanso de poco menos de 2 días en los que disfrutamos de buena comida y aprovechamos para planear un poco la semana que pasaríamos en Nueva York.

El 21 de julio a las 6 y 30 de la mañana, todavía oscuro, nos recogió Robert el conductor de la empresa Gorila Tours que nos había arrancado otros 500 dólares por persona adicionales a los del permiso por llevarnos a la reserva y hospedarnos en un buen hotel de los alrededores.

Fueron 9 largas horas de camino, 500 kilómetros por una carretera dispareja y una topografía aunque un poco más quebrada, muy similar a la del bello suroeste antioqueño. A diferencia de Botswana, acá en Uganda, la gente se ve a montones. No recuerdo cuántas poblaciones rebasamos, cada una más pobre que la anterior. Aquí, pudimos ser testigos de los estragos que sufre la naturaleza en uno de los países más densamente poblados del continente. El verde luce por doquier. Sin embargo, es un verde pálido, monótono. Un verde que carece de vida. El hombre a transformado las planicies y laderas de las montañas en colchas de retazos pobladas con sus efímeros cultivos. La tierra se ha erosionado y la vida salvaje se ha extinto para dar cabida a la comunidad animal doméstica. Bestias ensordecidas por su ausencia de libertad. Libertad que les ha sido arrebatada por generaciones y de la que ya no queda nada escrito en su ADN. Así luce este país, escaso de agua y de recursos naturales. Un país en el que la tasa de Sida se ha incrementado gracias a que la comunidad Cristiana Ortodoxa que goza de la venia de nada más y nada menos que de la esposa de Musevino el presidente pseudovitalicio, se ha opuesto rotundamente al uso del condón. Una doctrina que se proclama en las escuelas a través de carteles que pregonan que la abstinencia es preferible al uso del preservativo. Absorto en esta reflexiones pensaba en los Gorilas de la niebla. Serán estos unos buenos vecinos para cuidar de ellos? Seremos los humanos, quienes antes fueron sus verdugos, dignos de su presencia?

Por años, desde que se registró su presencia en 1.902 por el cazador alemán Otto von Beringei, los Gorilas fueron satanizados y vendidos al mundo como bestias salvajes capaces de las más serias atrocidades. Por cientos de años estos años estos animales tuvieron una mala imagen. De hecho su nombre se deriva de un infortunado encuentro hace más de 2.000 años. Marineros de Carthage en el norte de África fueron mordidos y arañados cuando estaban tratando de cazar gorilas en el oeste africano. En su lengua, la palabra “gorilla” significaba “el rasguñador”, “scratcher”. Hollywod hizo lo suyo con King Kong, un monstruo de las montañas. Cuanta ignorancia, cuando en realidad estas grandes “bestias” son extremadamente pacíficas y como si fuera poco, vegetarianas, tal como lo mostró por primera vez en los años 70 el zoológo George Schaler. Así comenzó lo que por muchos años fue un claro camino hacia la extinción. La codicia del mundo occidental los demandaba para sus patéticos espectáculos en circos y zoológicos y se llegó a configurar un exclusivo y costoso mercado con las partes de sus cuerpos: piel, cabeza y manos. Adicionalmente, y no menos grave, su tierra, su hogar en las montañas de la niebla se fue extinguiendo como producto de la expansión de un ser que actúa como un virus que llega y solo se va hasta que acaba con lo que hay: el hombre. Alrededor de los años 80 y tras esfuerzos invaluables de muchas organizaciones y personas, entre ellos Dian Fossey, La Mujer Gorila, y cuando sólo habían 320 gorilas en el planeta tierra, se tomó la decisión de protegerlos. Se crearon entonces 2 reservas, Bwindi Impenetrable Reserve en Uganda y Virunga Vulcanic Mountains entre Rwanda, RDC Y Uganda. Cada una separadas la una de la otra lucen como islas en el cielo en medio de una zona altamente poblada. Hoy los 700 gorilas que se registran en estas dos áreas están a salvo de su extinción, limitando su existencia a unos cuantos cientos de kilómetros cuadrados. Una cárcel natural e infranqueable que el hombre ha creado para librarlos de sus atrocidades. Estos animales no se reproducen en cautiverio y no existe ninguno de ellos en los miles de zoológicos alrededor del mundo. El fururo del gorila de montaña es y depende de estas tierras.

Llegamos al atardecer del 21 de julio a la ciudad de Kisoro, una pequeña población famosa por su cercanía a Bwindi. Allí nos hospedamos en el hotel Travelers Rest en el que la misma Dian Fossey pasaba algunos días reuniéndose con gente y haciendo trabajo de escritorio. El lugar era bastante agradable, contaba con unas buenas habitaciones, una buena comida y un hermoso jardín natural con cientos de pájaros. Esa misma noche Robert se despidió haciéndonos saber que a las 6 AM del día siguiente deberíamos estar listos para iniciar el camino hacia la reserva.

Aún no eran las 5 y 45 de la madrugada y nosotros, ansiosos como el que ha esperado algo toda su vida, contábamos los minutos para la llegada de Robert. Iniciamos el camino a la hora programada subiendo por una carretera destapada que dejaba ver de cuando en cuando unos profundos desfiladeros. La van en la que nos desplazábamos serpenteaba con agilidad sobre el escarpado terreno mientras que, con las primeras luces del alba, la montaña se mostraba ante nueatros ojos. Lucía oscura, con niebla, impenetrable, densa, hermosa. Allí en algún lugar, estaban los primates que durante años habían sido mi obsesión.

Una hora más tarde llegamos a Nshongi una de las entradas a la reserva. Este lugar dista mucho de los eatablecimientos de los grandes parques naturales, pues aquí en medio de cultivos y de gente se erigen estas montañas que sólo son visitadas por 8 turistas al día, durante 5 días a la semana. Unas cuantas tiendas de barro que venden souvenires, una caseta de ladrillo con una letrina nos dan la bienvenida. Minutos más tarde Augustin, el que sería nuestro guía, nos invita a entrar a un salón para darnos el “briefing” del día. Augustin comienza a contar alginas historias de Gorilas mientras yo, elvado, miro las caras de las otras 6 personas. De dónde eran? Qué los había motivado a venir hasta este lejano lugar? Sólo podía responderme a mí mismo. Estaba allí por un sueño concebido hace muchos años. Estaba allí para ser testigo de la vida resistiéndose a morir. Estaba allí para ver los primeros Gorilas de Montaña en mis 35 años de vida. Mi ansiedad aumentaba, mi corazón palpitaba con fuerza y las palabras de Augustin retumbaban dentro de mi cabeza: “ayer los vimos muy cerca”, “sigan siempre mis recomendaciones”, “nunca se acerquen a ellos”, “si van a estornudar o a toser, por favor aléjense del lugar y cúbranse la boca”. Augustin nos explicó que antes de que nosotros partiéramos del lugar enviaban un grupo de 2 personas para que ubicaran a la familia de gorilas partiendo del punto donde los habían visto el día anterior. Nos es una tarea tan complicada puesto que ellos sólo se desplazan un promedio de 1 Km por día. Nosotros iríamos tras de este grupo y de esta forma evitaríamos desvíos innecesarios. Adicionalmente, nos acompañarían dos personas con unas antiguas metralletas rusas para protegernos de los animales y de cazadores furtivos.

A las 8 y 30 de la mañana comenzamos a descender cruzando el borde del parque y a su vez ingresando a él. El clima era perfecto, no podía sentir ni calor ni frío. Mis ojos miraban a lo lejos el gran cañón que deberíamos cruzar para penetrar en la selva, en la montaña de niebla. No pasó mucho tiempo para que Augustin, que cortaba constantemente la malesa con una hoz, nos dijera: “Hemos encontrado la familia. Están a media hora de camino”. Sólo fueron necesarios 20 minutos de camino para que Augustin nos hiciera callar mientras yo, estupefacto, congelado observaba a lo lejos una pequeña masa que se movía por los árboles. Eran los gorilas de montaña que ese día habían salido de la selva y se paseban por los pastizales. Mientras dejábamos nuestros morrales y caminábamos unos metros más pude sentir un ruido para percatarme de que a mi izquierda, a escasos 60 cm de distancia había una mamá gorila disfrutando de su desayuno bajo las hojas de un arbusto. No tenía voz, no tenía respiración. Sólo mis ojos admiraban la belleza de la naturaleza. De repente toda la familia de 17 gorilas se mostraba ante nuestros ojos. Por donde mirábamos había uno de ellos jugueteando, comiendo, durmiendo, observando. Pudimos identificar al gran líder lomo plateado de 40 años y a sus sucesores. Adolescentes de 9, 12 y 14 años de edad. Los bebés se paseaban por los brazos y espaldas de sus madres mientras ellas curiosas pero cautelosas estaban atentas a nuestros pasos. En varias ocasiones nos tocó hacernos a un lado porque ellos, sin más ni menos, se dirigían hacia nosotros como pidiéndonos permiso para pasar. Así estuvimos por un buen rato. Un rato más corto que largo en el que cada uno disfrutó de ellos a su manera. Fotografiándolos, estudiándolos, filmándolos o como yo, buscando siempre sus mirada pofunda, inocente, pacífica. Esta visita había sido más que perfecta, pues habíamos tenido la rara oportunidad de verlos en campo abierto y no enmarañados entre los árboles, la niebla y la maleza.

Gorila macho en Bwindi Natioinal Park
Gorila macho en Bwindi Natioinal Park
David y Alex con los Gorilas
David y Alex con los Gorilas

Una hora más tarde, cuando dejábamos el lugar sentía como estos embajadores de su especie, representantes de los 700 gorilas del mundo, me dejaban un mensaje mucho más allá de su propia conservación. Hasta cuándo será suficiente? Cuándo dejaremos de destruir lo que nos fue prestado? Cuándo reconoceremos que somos iguales y que las otras especies del planeta tienen los mismos derechos? Cuándo entenderemos que nuestro bienestar no puede primar sobre el de las otras especies? Esta experiencia será, sin duda, el inicio de una gran transformación.

Gracias gorilas de montaña por sobrevivir, por estar ahí esperándome. Gracias por cambiar mi vida y hacer de mí una mejor persona.

David P.

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  1. Responder

    Rojo Villegas

    David excelente relato, pero creo que estamos esperando mas o menos 50 fotos…… :R

    1. Responder

      malaquita

      Rojo. Hay mas de 200 fotos, pero el internet es difícil en África. Pronto las publicaremos.
      David P.

      1. Responder

        Rojo Villegas

        Excelente, las esperaré. Feliz viaje!!!

  2. Responder

    Hugo Nunez

    Que buena redacción David .. Felicitaciones por tu viaje y el de Alex.

    1. Responder

      malaquita

      Hugo, gracias por seguirnos, es toda una sorpresa! Un abrazo grande y suerte en tus proyectos 🙂 Alex y David

  3. Responder

    Andrés

    para mi este escrito, fué la mejor de las fotos.

    David, muchas gracias.

  4. Responder

    Lala Ossa

    Increible!!! Me pareció estar ahi…con lagrimas en los ojos, mis respetos a los dos!! QUe gran historia de vida. Un abrazo y mucha suerte en el resto de su aventura. Lala

    1. Responder

      malaquita

      Lala que bueno que leíste este post y logré transportarte aunque sea un poco. Gracias por el comentario.
      Un gran abrazo y saludos de Alex.
      David P

  5. Responder

    Jorge Contreras

    Qué crónica!…Es una experiencia impresionante, quedo antojado y muy agradecido por como lo compartes de forma detallada y con semejante sentimiento. Un abrazo.

    1. Responder

      malaquita

      Don Jorge,

      Gracias por el mensaje. La tercera persona de Havas que me escribe. Como va todo?

      Un abrazo,

      David P

  6. Responder

    Gilma

    David y Alex, felicitaciones, porque han cumplido otro de sus sueños, definitivamente cada dia los admiro mas, y siempre David me hace llorar con sus relatos muy lindos, pido mucho al Señor que se sigan cumpliiendo todos sus sueños los amo y los extraño demasaiado abrazos Gilma

  7. Responder

    Mónica

    David!!! Impresionante el post! Cómo me alegra en el corazón que hayas cumplido ese sueño, te lo mereces! Y esa transformación que estás sintiendo, transforma también a otros, como a mí, solo con compartirla que la manera que lo haces. Gracias a ustedes por llevarnos a través de imágenes y sentires en ese maravilloso viaje por Africa. Los quiero mucho!!

  8. Responder

    patrick

    superr!!!, me encanto y que emocion que hallan podido cumplir ese sueño, recuerdo muy bien esa peliculaaa, que buen relato, que emocion!

  9. Responder

    Los gorilas de la niebla en fotos « Malaquita

    […] pequenna seleccion de la grandeza de estos seres.  Para conocer toda la historia, ver Los Gorilas de la niebla: El Clímax de una aventura. WP_SLIDESHOW_IMAGES = { load: […]

  10. Responder

    Natalia Molina

    Hola, que maravilla de experiencia. Hace anos también vi una película de gorilas por la cual me enamore de estos hermosos animales se llama “animal” con anthony hopkins. Una nota de historia, no le conocía a david los dotes de escritor. Los felicito .

    1. Responder

      David P.

      Gracias Nats. Tiempo sin hablar. Te mando un abrazo.

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