La Isla
Llegamos a la isla el 29 de agosto de 2011 en la mañana después de un viaje de ocho horas en bus y otras dos horas y media en bote.
La isla, Koh Tao, se encuentra situada en la parte suroriental de Tailandia y, con una escasa población de apenas 5.000 habitantes, recibe unos 100.000 turistas al año gracias a que es uno de los mejores lugares de este país para bucear.
Habíamos entrado en contacto con una agencia de buceo llamada IHASIA la cual tiene la nada despreciable posición de ser la mejor rankeada en Trip Advisor. Sin ningún compromiso, El Brujo, dueño del negocio, nos recogería en el puerto y nos llevaría a sus instalaciones para que las conociéramos. Mi principal interés era certificarme de nuevo ya que había dejado de bucear por más de 10 años, mis registros de buzo se habían extraviado y no había podido recuperar mi antigua certificación hecha nada más y nada menos que hace 20 años. Luego de una media hora de conversación, hicimos el negocio con El Brujo quien por 8.100 Bats (275 dólares) me certificaría y nos daría cuatro noches de hotel en el Tropicana Resort.
Las sorpresas que nos regalaría este lugar no se hicieron esperar. Nuestro hotel quedaba literalmente al borde de una playa con arena blanca y aguas cálidas y azules y, al son de la brisa marina, decenas de establecimientos ofrecían los más deliciosos platos por 5 dólares o menos. Adicionalmente, no todo era playa, pues la isla gozaba en su interior de un paisaje montañoso desde el cual se podían apreciar unas vistas increíbles. Pronto comprendimos porque muchos turistas no logran salir rápido de este lugar, quedándose por mucho más tiempo del planeado. Nuestro cuarto de hotel no se preciaba de grandes comodidades. Sin aire acondicionado, un sanitario de esos que hay que soltar manualmente llenando un balde de agua, una ducha literalmente encima del retrete, agua medio salada y un ventilador que apenas funcionaba. Sin embargo, algo que nos ha enseñado este viaje es a disfrutar de las cosas más simples de la vida, a desapegarnos de todas las comodidades cotidianas que mientras nos dan placer, nos vuelven esclavos y adictos a ellas. Aquí, en este pedacito de tierra nos sentíamos plenos, libres y contentos.
Durante cuatro días seguidos, Juan Per, un jóven español que llevaba viviendo en la isla poco más de nueve meses, me llevó de nuevo por los conocimientos prácticos y teóricos del buceo autónomo. En medio de las amenas charlas de Juan, recordaba mis primeras clases de buceo en la casa de la calle 30 de mi tíos Eduardo y Estela. En ese entonces, las clases de buceo gozaban de mucha más profundidad, pues no sólo se enseñaban las bases prácticas y esenciales para llevar a cabo esta actividad sino que también dedicábamos horas a aprender de la vida marina,técnicas de rescate e inclusive técnicas de respiración para poder hacer apneas más profundas y duraderas. La sóla teoría del curso podía tardar unas 50 horas durante 3 meses, sumado a las largas jornadas de prácticas que solíamos hacer en la piscina de clavados de Medellín los sábados y domingos a las 6 de la mañana. Sin embargo, pese a la característica fugaz de las clases de hoy en día, puedo decir que Juan fue un muy buen profesor. En 10 o menos horas me enseñó, o más bien me recordó lo fundamental para pode llevar a cabo esta práctica de una forma amena y segura. Además, era muy respetuoso de la vida marina, siempre advirtiéndonos de ver y no tocar nada bajo el mar con el fin de dejar siempre todo de la forma más intacta posible.
Para mí, este viaje no sólo ha sido una experiencia que se ha limitado a recorrer muchos lugares. También ha sido un viaje interior hacia mi pasado. En los lugares más inexplicables han venido a mi cabeza recuerdos que tenía archivados hace muchos años. Recuerdos de vivencias que ni siquiera hubiera pensado que existían. La miniteca que tuve con mi hermano Juan a los 15 años, el juego de “crócket” que me regaló mi papá a los 10 años y con el que jugué largas jornadas en compañía de mi hermano en la finca de paredes blancas y techo rojo de Guarne, las caminatas al cerro de La Bandera acompañadas de chocolate caliente en la cima, el nacimiento de agua en Guarne al que solíamos ir a cazar ranas, la tienda Damasco que vendía migas de pan en nuestra casa de la calle 26, los huevos de chocolate, mi primera bicicleta Monark de 5.000 pesos, el juego de indiesitos de Juan, los muñecos de Starwars, el Atari en la manzarda con un puff verde gigante, las travesuras de Lucas. En fin, muchas cosas que han hecho de este viaje un verdadero descubrimiento de mí mismo. Todos recuerdos de una infancia llena de aventuras.
Fue en esta isla acompañado de su paisaje marino inigualable, su cálida gente y su comida deliciosa, donde recordé todas las vacaciones que pasé en un pequeño islote llamado Isla Fuerte donde mis tíos Eduardo y Estela tenían un centro de buceo llamado Mazatlán. La primera vez que fui a la isla podría haber tenido unos diez años. Nunca antes había visto el mar y recuerdo mi impresión al verlo desde la costa Atlántica en la población de San Bernardo del Viento. Ese primer día, el mar me enseñó que había que respetarlo. Debíamos montar una chalupa por una hora para llegar a la isla en medio de una mareta. Recuerdo que me aferré con fuerza a mi prima Marta y a sus esposo Juan Camilo mientras que en la austera embarcación entraba agua por todos lados y nosotros saltábamos al son de las grandes olas. Llegué al otro lado muerto del miedo y con un trauma tal que al regreso sólo me monté a la chalupa cuando mi tía Estela me prometió que el mar a las 5 de la mañana, hora en la que regresábamos, estaría mucho más calmado que a las 5 de la tarde del día en que fuimos. Poco a poco fui perdiéndole el miedo al mar hasta un punto tal que mi mamá no me dejaba ir al agua después de comer para mantenerme alejado de él por unos instantes y, al caer la tarde, la familia me tenía que sacar a gritos. El mar y yo éramos amigos y lo fuimos por mucho tiempo en esa paradisiaca isla. Por varias temporadas, principalmente Semana Santa y Diciembre, mi papá nos llevaba mientras mi mamá se quedaba en casa porque no soportaba la vida agreste en una isla y sobretodo en esta que era muy particular, pues su tamaño pequeño obligaba a todos sus habitantes a llevar una vida bastante austera. El agua dulce era limitada ya que tenía que ser traída en toneles desde el continente y la energía eléctrica sólo se prendía desde las 6:30 pm hasta las 10:30 pm. Se dormía en unos hermosos bohíos construidos por Rufo, un anciano aldeano que no usaba clavos para unir los travesaños de madera, sólo usaba cuerda. Lo que más difícil le parecía a mi mamá eran las comunidades de murciélagos que se formaban en los techos de los baños. A mí todo esto me atraía mucho más y por años este fue mi destino favorito para pasar unas vacaciones.
A los 15 años mi Papá consideró que ya tenía edad suficiente para regalarme el curso de buceo que dictaba mi tío Eduardo. Yo lo tomé con una gran pasión y la rigidez académica que me caracterizaba. Leí en detalle todos los manuales antes de cada clase inclusive en contra de la voluntad de Eduardo quien me decía que no lo hiciera para que así no lo interrumpiera en sus clases. Así, el mundo del buceo entró a mi vida con la facilidad de poder contar con un equipo prestado y de tener a un tío que no vacilaba en invitarme a cualquier aventura. Recuerdo con anhelo los hermosísimos y únicos arrecifes coralinos de El Inglés, El Bajo, El Bobito y, como no, el increíble Bushnell. Muchos de ellos visitados por pocos y por lo tanto vírgenes y descontaminados de la plaga humana de turistas. Allí era muy común ver cardúmenes de Barracudas y Jureles, Tiburones de Aleta Blanca, Manta Rayas Punteadas, Tortugas y por supuesto los comúnes Ángeles, Payasos, Mariposas y Loros. Luego, cuando buceé en otras partes pude comprobar que ver el espectáculo al que estaba tan acostumbrado era muy difícil de ver y con anhelo, años más tarde, volví a la isla para percatarme de que aquel paraíso de mi infancia ya lucía mucho más moderno, con baños de hotel y agua corriente y que de los pintorescos bajos coralinos ya no quedaba nada salvo el lejano Bushnell a dos horas de distancia. La modernidad ya se había tomado la isla. El cemento tenía un buen lugar protagónico y las nuevas necesidades de consumo de la isla habían acabado, a punta de pesca indiscriminada, los bellos arrecifes de coral. En ese momento entendí que de ese idílico paraíso sólo quedaría un recuerdo en mi mente, un experiencia vivida, un lugar inalcanzable. Ese fue el día que dejé el buceo hasta encontrarme de nuevo con él 10 años más tarde en la isla de Koh Tao.
Terminé el curso de buceo en cuatro días y tras realizar un par de inmersiones adicionales, decidimos quedarnos dos días más para recorrer los alrededores. Por sólo 150 baths (5 dólares) el día alquilamos una pequeña moto de 110 c.c. Nos pareció un precio demasiadio irrisorio hasta que luego alguien nos explicó que el negocio estaba en cobrar muy caro los rayones que se le hicieran al aparato. Recorriendo la isla nos dimos cuenta que tiene una red de carreteras pedregosas y empinadas en las que es fácil causarle múltiples rasguños a la moto, así que fuimos doblemente precavidos andando a muy baja velocidad y Alex bajándose donde veíamos que las condiciones del terreno lo ameritaban. En una tarde recorrimos la parte norte donde visitamos la playa Sairee, las rocas que suelen tener escaladores en búsqueda de sus impresionantes rutas y la bahía Mango. Al otro día en la mañana decidimos recorrer la parte sur y sólo al final, después de haber estado en el camino por varias horas, encontramos un lugar bastante hermoso alejado del bullicio de los restaurantes y comercio y al lado de una playa cristalina rodeada de unas peñas verticales, la bahía Tanote. Nos pareció un destino que bien podríamos visitar en otro viaje.
Nos depedimos de Koh Tao el 4 de septiembre de 2011 con mucha nostalgia por dejar los maravillosos días que pasamos en ella. En medio de su brisa marina Alex y yo reflexionamos mucho sobre nuestras vidas y el impacto que podemos tener sobre otros seres con quienes compartimos este lugar llamado Planeta Tierra. Reflexionamos sobre nuestros trabajos, nuestras profesiones y sobre el camino que queremos darle a lo que nos queda en este mundo. Fue aquí, en Koh Tao donde comenzó a gestarse un proyecto de vida mucho más importante que este viaje. Fue aquí, donde por primera vez esta travesía exploró lo más profundo de nosotros y, en borrador, comenzó a darnos algunas respuestas.
Gracias Koh Tao por los momentos vividos y por tu mensaje revelador, a mis tíos Estela y Eduardo por los tiempos vividos en Isla Fuerte, a Juan mi instructor de Buceo por la paciencia y por supuesto a mi amigo El Brujo por las gratas conversaciones y por su alegría. Te dejamos Koh Tao con la promesa de volver en una próxima aventura.
Saludos,
David P
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Lala
12 septiembre, 2011Gracias por traer a mi mente de vuelta esos recuerdos, que, de alguna manera son mios también!!!
Solo admiración para ustedes David y Alex! No todos tienen la valentía de ir detrás de sus sueños.
Un abrazo para los dos
Lala
malaquita
24 septiembre, 2011Lala,
Gracias por el mensaje. Hemos viajado mucho y nos alegra haber podido compartir un poco de nuestras aventuras con muchas personas. Muy modestamente esperamos que con nuestra experiencia algunos vean que lo que uno se propone se puede lograr. En nuestro caso, que nos apasionan loa viajes, ya nos hemos dado cuenta de que tendremos que luchar por poder realizar otras aventuras iguales o mejores a esta.
Un abrazo desde Luoyang en China.
David P
Juan Posada
12 septiembre, 2011Deivid, tambien he recorrido al lado tuyo cada aventura y de la misma manera he revivido tantas y tantas memorias, pues si de algo estoy agradecido en esta vida, es haber podido tener los papas, hermanos, amigos y momentos que he tenido. Es el verdadero equipaje que siempre quisiera cargar. Los quiero mucho!
Mónica
12 septiembre, 2011David! Qué post tan impresionante! No sabes cómo lo disfruté! Definitivamente, este viaje ha sido un viaje más hacia dentro que hacia afuera. Yo también he tenido encuentros muy cercanos con mi pasado y mi niñez, muchos de ellos no muy gratos pero que están ahí y a los que también doy gracias por lo positivo que construyeron en mi. Reflexiones? Son tantas, en el día a día de este viaje, son muchas los interrogantes en torno a qué viene, a qué queremos construir. Qué bueno que lo van vislumbrando! Al igual que ustedes, este viaje (en particular a mí) nos ha enseñado a disfrutar las cosas simples, y e recordado una frase de mi mamá: “Mija, puede ser sencillo, pero limpio”, esa parte me quedó grabada y el mugre y el descuido me pegan jajaja! Qué más decirte, qué bueno visitar esos lugarescon ustedes; Tailandia nos quedó para otro viaje, sería fabuloso vivirlo con ustedes! Un abrazo!
jcleguizamon
12 septiembre, 2011David: gracias por este post. Leer estas reflexiones (por supuesto) logra hacer reflexionar sobre la vida propia.
malaquita
24 septiembre, 2011Jaime,
Me alegra que te haya hecho reflexionar con esta crónica.
Un abrazo,
David P
Alexandra
12 septiembre, 2011David felicitaciones, tus mensajes y tus historias siempre me ponen muy nostalgica,pero son dos emociones grandes a la vez,una por las historias tan lindas qGilmaue cuentas y dos por verlos a ustedes tan felices por alla Dios lo bendiga abrazos.Gilma
Alexandra
12 septiembre, 2011David felicitaciones, tus mensajes y tus historias siempre me ponen muy nostalgica,pero son dos emociones grandes a la vez,una por las historias tan lindas que cuentasy dos de verlos tan felices en esa nueva experiencia,abrazosGilma
Beatriz
15 septiembre, 2011Hola hijo:No sabes como llegan a mi corazon todos tus escritos.El de la isla toco mi corazon especialmente, e igual que tu, me transporto a ese pasado tan maravilloso que vivi con tu papa y ustedes.Tambien ami me ha hecho hacer un viaje interior que seguramente tendra metas muy diferantes a las tuyas pero igualmente importantes. Te amo por eso.Besos Mama
Dora
15 septiembre, 2011Hola David, para mí y toda la familia también nos fué muy grato recordar todos los momentos vividos en Isla Fuerte, creo que ninguno de nosotros lo olvidaremos. Muchas gracias por traerlos a nuestras mentes y también comparto tu agradecimiento con Estela y Eduardo que hicieron posible esas maravillosas vacaciones.
Un abrazo para ti y Alex y que sigan disfrutando del viaje.
Dora
malaquita
24 septiembre, 2011Hola Dora,
Si, que buenos recuerdos. Inolvidables.
Te mando un abrazo desde Luoyang en China.
David p
Martha cecilia Rico
17 septiembre, 2011Hola Davis y Alex:
Desde el silencio los he acompañado a través de relatos de un viaje tan mravilloso.Me llenó de alegía recordar viajes tan maravillosos de tu infancia y de mi juventud.si esta fue una oportunidad par redescubrirte para mi tambien lo ha sido.
Los felicito
Marta Cecilia Rico
malaquita
24 septiembre, 2011Hola Martha,
Gracias por leer nuestras crónicas. Me reconforta que este viaje en vez de alejarme de muchas personas, antes me ha acercado a ellas.
Un abrazo desde Luoyang en China y saludes a toda la familia.
David P
Natyfer
18 septiembre, 2011Excelente …me hacen dar ganas de darme la vueltica por Thailandia …mmm ..espero que algun dia.
malaquita
25 septiembre, 2011Naty, anímate que es un paraíso, puede ser costoso llegar por los tiquetes desde Colombia, pero el país como tal es barato para viajar. Un abrazo,
Alex
escuela de buceo IHASIA
31 diciembre, 2011saludos chicos desde koh tao de nuevo .. que bueno saber de vuestras aventuras que espero que no dejen de ser emocionantes ……
una brazo muy fuertes desde koh tao ¡¡¡¡¡