Hienas en el Masai Mara

La sabana

Salimos de Nairobi el 9 de septiembre de 2013 rumbo al Masai Mara, la más grande reserva natural de Kenia y una de las más famosas del mundo por ser, durante unos meses, testigo de la mayor migración animal de este planeta.

Entre Julio y Octubre, cada año cientos de miles de ñus, zebras y otros antílopes migran desde el sur en el Serengueti, hasta el norte en el Masai Mara, en busca de tierras con altos pastos para alimentarse, formando la que es tal vez la mayor concentración de vida animal que existe en el mundo.

Búfalos
Búfalos

Muchos hemos sido testigos a veces sin saberlo y a través de documentales del espectáculo que ofrece este lugar durante estos tres meses. Mamíferos, aves y reptiles cumpliendo un ciclo de supervivencia y reproducción garantizando así la prolongación de su especie.

Como muchos de nuestros viajes, este comenzó sólo con una idea vaga cuando visitamos hace un par de años el delta del Okavango en Botswana. En aquel entonces, maravillados por todo lo que nos había regalado ese país, nos habíamos trazado el propósito de regresar a este continente y apreciar una vez más la exuberancia de la vida que se resiste a ser reducida. Namibia y Kenia fueron nuestros destinos seleccionados, el primero por recomendación de nuestros amigos del Safari de Botswana y el segundo por el famoso Masai Mara y por ser el lugar de residencia de mis amigos Camilo y Juliana.

Sabíamos por las guías de viaje que el Masai Mara era uno de los principales atractivos de África y que por lo tanto no era ajeno a las grandes masas de turistas, algo que por principio siempre solemos evitar. No obstante, esta vez doblegamos nuestras expectativas para concentrarnos únicamente a hacer lo que más hacen los turistas en África, ver animales.

Para hacer nuestro Safari, decidimos contratar a Eyes on Africa, la cual es una de las compañías más recomendadas en Trip Advisor. Hace poco más de un año mi hermano estuvo en este lugar y me dio pésimas referencias de la compañía que eligió. Su recomendación fue en ese entonces muy clara: escoge la mejor y haz énfasis en que te debe acompañar un buen guía. Eso fue exactamente lo que hicimos.

George, nuestro guía, nos condujo en la mañana del 9 por una carretera que en su punto más alto, a 2.140 msnm deja apreciar una gran porción del Valle del Rift, famoso por ser una formación de más de 9.600 km de longitud que de norte a sur atraviesa todo el continente africano.

A la 1 de la tarde arribamos al campamento donde pasaríamos las siguientes dos noches, el JK Mara Camp. Desde el primer momento, nos dimos cuenta de que se trataba de un lugar especial. Literalmente en la mitad de La Sabana, a sólo unos cuantos kilómetros del parque y sin rejas protectoras, estaba conformado por las características carpas de los campamentos de África, que cuentan con todo tipo de facilidades como energía eléctrica, baño estilo occidental y una pequeña cama con colchón. La verdad es que en este tipo de alojamiento se duerme muy bien.

Habitaciones del JK Mara Camp
Habitaciones del JK Mara Camp
Comedor JK Mara Camp
Comedor JK Mara Camp

Luego de un delicioso almuerzo, decidimos explorar un poco los alrededores a paso de trote. Con Yorch, Cloti y Grego (los amigos colombianos que se nos unieron a este viaje) pudimos ver algunas pequeñas casas al estilo Masai y acercarnos un poco a un poblado en donde todos lo niños nos dieron su bienvenida agitando sus manos y expresando una inmensa sonrisa.

Un poco más tarde George nos recogió en su Land Cruiser con techo levadizo para hacer nuestro primer recorrido por el parque. Caía la tarde y ya con una temperatura más baja, los animales son más propensos a salir de sus refugios. El espectáculo no se hizo esperar. Tan sólo bastaron unos pocos minutos para ver una hermosa manada de elefantes en la rivera de un río. Luego George nos mostró una pareja de leones, una manada de búfalos y muchas clases de antílopes y aves. Al finalizar el recorrido del día, ya de camino a nuestro campamento, George fue avisado por su radio del avistamiento de un rinoceronte. Es poco común verlos en África, pues su extensiva casa furtiva para hacer uso del cuerno con propósitos medicinales y afrodisíacos, lo ha llevado al estado de peligro en extinción.

Leones
Leones
Elefantes en el Masai Mara
Elefantes en el Masai Mara
Ñús
Ñús

Unos minutos más tarde, pudimos apreciarlo. Era un rinoceronte negro, el más escaso en África y uno de los 16 que han sido censados en el Masai Mara. Al igual que nosotros, el esperó la muerte de la tarde para luego levantarse y mostrarnos la perfección de su belleza. Era sólo el día 1 en el Masai y este ya nos había mostrado más de lo que esperábamos ver.

Rinoceronte negro
Rinoceronte negro

Los dos días siguientes transcurrieron en jornadas matutinas y vespertinas en los que nos dedicamos a ver animales. Al anochecer disfrutábamos de deliciosas cenas en compañía de nuestro amigos y en medio de este lugar tan especial.

Alcélafo caama
Alcélafo caama
Chita
Chita
Familia de Facóqueros ("Pumba" & cía)
Familia de Facóqueros (“Pumba” & cía)

Al finalizar una de las tardes, vistamos una de las villas Masai de la región. Los Masai es el nombre de quienes han habitado el Valle del Rift por miles de años. En la actualidad, aunque su cultura ha dejado permear elementos de occcidente como lo es la educación y ropa al estilo occidental, trabajo en algunas industrias e inclusive el uso de telecomunicaciones como celular e internet, hay aún algunas poblaciones que mantienen sus tradicionales costumbres de la forma más intacta posible. Una vez en la villa se enseña a los turistas algunas de su costumbres y forma de vida como por ejemplo la técnica para encender fuego, una visita a una de las pequeñas casas y una demostración de la danza tradicional del pueblo Masai. Todo concluye con una venta de artesanías a precios en mi opinión exhorbitantes.

Baile Masai
Baile Masai
Compartiendo con los Masai
Compartiendo con los Masai

En cuanto transcurrían los diferentes avistamientos de animales, pedíamos siempre a George algo más. “Please show us a hyena”, “let,s go for a leopard” gritaba yo mientras Yorch apenas alcanzan a sacar de su bolsa diferentes dispositivos tecnológicos para lograr la toma perfecta. George, pacientemente, conducía y agudizaba sus ojos y oídos para cumplir con todas muertas exigencias.

La última noche, cuando George pensó que había ya colmado todas nuestras expectativas, le hice saber que aún queríamos ver algo más, un cacería. George sonrió y solo alcanzó a decir, mañana tendremos que salir más temprano entonces.

El amanecer nos tomo en el camino mientras veíamos a lo lejos el inicio de los paseos en globo que por 450 dólares por persona ofrecen a los turistas. El sol a esa hora tiñe de naranja la sábana y comienza a calentar el aire frío de la noche. Un espectáculo que ha estado allí por millones de años pero que al mismo tiempo es nuevo para nosotros. George sin hablar mucho conducía por los caminos mostrándonos uno que otro animal pero con su objetivo claro. La cacería. Transcurrían la 11 de la mañana cuando a lo lejos divisamos un hermoso guepardo. Ella divisando el horizonte, parecía como si estuviese midiendo sus posibilidades frente a una manada de springbocks (Gacela Saltarina). En silencio, pudimos ver como se aproximaba camuflándose entre la hierba amarilla y seca para emprender su carrera mortal. Vimos como afinó su posición de ataque y emprendió una carrera que, probablemente a 120 km, término en unos 10 segundos con la captura de una pequeña gacela, mientras cientos de su misma especie se esparcían horrorizadas por toda la planicie. Pudimos apreciar por unos minutos el cansado rostro del victimario y el cuerpo desmadejado y sangriento de la víctima. Un momento que definitivamente nunca olvidaré.

Guepardo disfrutando de su presa [fotografía Jorge Rodríguez]
Guepardo disfrutando de su presa [fotografía Jorge Rodríguez]
Así, de esta violenta y perfecta manera, el parque Masai nos dijo adiós. Dejándonos muy claro su naturaleza salvaje que lo ha mantenido en equilibrio por miles de años. En mi cabeza siempre quedará presente este lugar donde la vida brota y se mantiene en abundancia de una forma mágica que hoy, en los tiempos modernos, a veces olvidamos apreciar.

Información útil:

  • Se pueden conseguir safaris desde 150 dólares por persona. El nuestro tuvo un costo de 600 dólares por persona, con la compañía Eyes on Africa.
  • Siempre exijan un buen guía.
  • Es más divertido si tienen un libro de animales de la zona. Con él pueden aprender a reconocerlos más fácilmente. El que nosotros usamos fue “The Wildlife of Southern Africa”.

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