Bagan, el esplendor de Birmania
Bagan, febrero 2 al 4 de 2017
Llegamos a Bagan luego de para la noche en el bus desde Yangón. Como suele ocurrir en las estaciones de bus, una decena de taxistas esperaban ansiosos a los viajeros que, como nosotros, llegaban un poco despistados y molidos por las 9 horas de trayecto. Luego de regatear el precio y tras quince minutos de recorrido, estábamos en New Wave Guest House, el hotel que elegimos para nuestra estancia en la ciudad.
Bagan es el principal atractivo de Myanmar. Una ciudad arqueológica en la que entre los siglos XI y XIII se construyeron más de 4,400 templos en una extensión de 104 km2. Luego de haber conocido Angkor Wat en Camboya hace cinco años, no teníamos grandes expectativas de lo que podríamos encontrar, sin embargo, cuando recién estábamos tomando el desayuno en la terraza del hotel, empezamos a ver decenas de globos elevándose con el amanecer en un espectáculo que sólo se puede vivir en algunos lugares del mundo. David adicionalmente salió rápidamente a correr, con la ansiedad de llevar varios días sin hacer deporte.
La mejor forma de recorrer Bagan es alquilando una bicicleta eléctrica, sin embargo, decidimos pasar nuestro primer día tranquilos y programamos un tour al Monte Popa para la tarde (de 3 a 7 pm), así es que el resto del día rentamos una bicicleta convencional y salimos a recorrer el lugar, desde Nyaung U donde quedaba nuestro hotel hasta Nuevo Bagan, pasando por Viejo Bagan. Rápidamente el lugar empezó a fascinarnos. Tal vez por pasar del caos del centro de Yangón a la tranquilidad de las calles polvorientas, quizás por la majestuosidad de los templos que empezamos a ver en nuestro caluroso recorrido o por el hecho de estar más rodeados de naturaleza que de cemento, pero Bagan prometía ser un lugar ideal para nosotros.
Para visitar el monte Popa contratamos un tour en taxi compartido y luego de 1 hora de camino (bastante incómodos por el sobre cupo de la van) paramos en un pequeño mirador desde el cual se podía ver el Monasterio en una meseta. Desde allí y tras escasos 10 minutos llegamos a la base del lugar, desde donde se ascienden 777 escaleras entre las cuales se van recorriendo diferentes monumentos budistas. El monasterio, además, es el hogar de miles de monos, quienes siempre están atentos a las ofrendas que les dan los peregrinos (principalmente bananos o maní) y deambulan libremente sin ser molestos para los visitantes.
En este lugar, como en muchos otros sitios religiosos, es necesario quitarse los zapatos, sin embargo, en Myanmar encontramos que además se debe ir completamente descalzo, no se pueden cubrir los pies con medias o con bolsas y en este monasterio particularmente fue un poco incómodo ya que el piso estaba supremamente sucio tanto por la basura de los humanos como por los excrementos de los monos. Adicionalmente en cada uno de los monumentos, la mayoría de ellos dedicados a los diferentes monjes que ha tenido el monasterio, había personas pidiendo donaciones, con lo cual en general la visita estuvo por debajo de nuestras expectativas, compensándolo un poco, la hermosa vista desde la parte superior de la meseta.
En nuestro segundo día, alquilamos una de las bicicletas eléctricas y empezamos un recorrido por los templos más representativos, ya que habiendo tantos para escoger, es bueno planear un poco la ruta.
Htilominlo: construido en 1218 su nombre significa “favorecido por el rey” y en su interior, además de algunas estatuas de buda, se puede observar el trabajo realizado con ladrillo.
Upali: este pequeño templo es hermoso por dentro por las pinturas que aún se pueden apreciar. No es posible tomar fotografías y además la estructura ha sido reforzada, pero vale la pena parar a verlo. Adicionalmente, aprovechamos para disfrutar de una deliciosa agua de coco.
Ananda: es uno de los principales templos ya que tiene 4 enormes figuras de Buda (una en cada lado) y 1,500 imágenes en piedra que representan la vida de Buda.
Thatbyinnyu: es el templo más alto de la ciudad y aunque cuenta con varios pisos y terrazas sólo está permitido el acceso al primer nivel. Se encuentra en el viejo Bagan.
Gawdawpalin: también en viejo Bagan es la segunda construcción más alta.
Terminamos el día en el templo Pyathada, un destino popular para observar el atardecer y el amanecer por su gran terraza que se eleva por encima de la mayoría de los templos. La cantidad de personas que se dirigen a este lugar es impresionante, así es que vale la pena llegar por lo menos media hora antes del atardecer para asegurar un buen sitio y después llenarse de paciencia para bajar por las estrechas escaleras. Las temperaturas descienden de manera abrupta y rápidamente por lo que es importante tener algún tipo de abrigo para el recorrido de regreso al hotel. Algunas de las construcciones tienen iluminación nocturna, ofreciendo una mirada diferente y especial de los templos.
Para nuestro tercer y último día fuimos a ver el amanecer en el templo Shwesandaw, el cual también es un lugar recomendado tanto para el amanecer como el atardecer. Aún en la oscuridad de la noche, intentamos ir a un lugar menos frecuentado, el templo Myauk Guni sin embargo estaba cerrado por remodelación y temimos perder más tiempo buscando otros sitios. Desde Shwesandaw se obtiene una hermosa vista de Dhammayangyi en el horizonte, así como de otras construcciones más pequeñas. Sin embargo, lo más impresionante no es el momento del amanecer en sí mismo, sino más o menos media hora después cuando los globos aparecen en el horizonte y el sol intenso y enorme permiten una visión extraordinaria del complejo.
La experiencia del atardecer y el amanecer son diferentes, aunque en ambas se observan los perfiles de los templos en contraste con el sol, sin embargo, en el atardecer se obtienen más imágenes de una tenue bruma entre las construcciones y en el amanecer los perfiles son más definidos. Si tuviéramos que elegir uno de los dos, sería definitivamente el amanecer.
Este día visitamos también otros templos, siendo los principales:
Bulethi: un buen lugar para ir a ver el amanecer o el atardecer, aunque no es tan alto como Pyathada o Shwesandaw. Vista 360º sobre el valle.
Sulamani: es famoso por el trabajo en ladrillo y las decoraciones en terracota.
Dhammayangyi: fue mi templo favorito, por su forma (para mí, similar a una pirámide), la distribución interior de los corredores, la variedad de los budas en cada una de los laterales y las pinturas que aún se pueden observar representando algunos animales como elefantes y búfalos.
Dhammayazika: su diseño es especial ya que tiene 5 lados y su estupa está recubierta en oro.
Finalizamos nuestro recorrido ascendiendo a la controvertida torre de observación, construida en el hotel Aureum Palace. Según leímos, este complejo turístico, que además cuenta con cancha de golf, es uno de los motivos por los cuales no se le ha dado a Bagan la categoría de Patrimonio de la Humanidad. Durante el régimen dictatorial, se pedía a los turistas no subir a la torre ya que el dinero iba directamente a soportar el gobierno opresor y en general se critica que se haya intervenido de esta manera una zona arqueológica. El ascenso (US$5) bien vale la pena por la vista 360º de la ciudad arqueológica desde el punto más alto de todo el lugar. Puede ser un buen sitio para ver el amanecer y el atardecer, no lo encontramos referenciado en ningún lugar, no sabemos si es por la controversia de a dónde va el dinero o porque no hay templos grandes cerca de la construcción.
Nos despedimos de Bagan en un bus hacia Kalaw, sintiéndonos más recompensados de lo que esperábamos por la increíble experiencia que habíamos vivido. La mayoría de los templos que visitamos nos ofrecieron algo especial: su arquitectura, su decoración, la fe de los creyentes, la amabilidad de los burmenses, la alegría de los niños. Hay tanto para ver que es posible sentirse abrumado y un buda ya es igual a otro buda, pero bien vale la pena dejarse llevar por los caminos polvorientos, sorprenderse por la comida deliciosa al lado del río en el Nuevo Bagan y quedarse sin aliento viendo un amanecer único, aunque el espectáculo se repita todos los días.
Algunos puntos prácticos:
- Los extranjeros deben pagar un ingreso obligatorio a la ciudad arqueológica, de $25,000 kyats que tiene una validez de 5 días.
- La ubicación de nuestro hotel nos pareció ideal para acceder rápidamente a los templos, además alejada de la efervescencia de Nuevo Bagan y de Nyaung U.
- Hay una gran oferta de restaurantes de todo tipo en la zona, nosotros comimos en un lugar birmano (generalmente la comida es arroz, pollo o cerdo y diferentes preparaciones de vegetales, algunos con sabores tan extraños que no pudimos comer), en el restaurante River View en Nuevo Vagan y en los restaurantes Queen y Sharkis en la carretera entre Viejo Bagan y Nyaung U. Para un buen café, hay un bistro en la entrada norte del templo Ananda.
- Es un lugar en el que bien puede valer la pena contratar a un guía para entender mejor su historia, sin embargo, nosotros no encontramos la opción y nos tuvimos que documentar buscando los datos en internet.
- El alquiler de la bicicleta estándar varía entre $2,000 y $3,500 al día. Para la bicicleta eléctrica entre $8,000 y $10,000.
- Para navegar de un templo a otro hay una intrincada red de carreteras pequeñas. No hay mucha señalización, así es que nos movimos usando la aplicación maps.me
- Afuera de los templos más visitados siempre hay vendedores de artesanías y de comida. Algunos niños ofrecen además postales (impresas o dibujadas por ellos mismos).
- Hay una buena oferta de toda clase de servicios, nosotros aprovechamos para hacer una buena tanda de lavandería.
- En algunas guías de viaje se dice que en Myanmar es difícil cambiar dinero, hemos encontrado que es muy fácil en cuanto a la oferta de casas de cambio y también hay muchos cajeros automáticos, sin embargo en las casas de cambio exigen que los billetes sean nuevos, sin marcas y sin ningún defecto.
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