Budapest, la París de Oriente
29 de julio al 2 de agosto de 2023 (días 58 al 62 del viaje)
Llegamos en la mañana de un 29 de julio tras un vuelo de una tres horas desde Madrid. Nuestro hospedaje estaba alejado del centro pero teníamos la compañía de Simba, un bello pastor alemán, con lo cual sentimos un buen presagio de nuestro paso por esta ciudad.
Nuestra primera visita, fue a la fortaleza de la ciudad que, situada en el banco oeste del río Danubio, bien pudo darnos una buena vista de los alrededores. El lugar, adornado con una exquisita arquitectura concentra la mayor cantidad de museos de la ciudad como el de historia y la galería de arte, así como también las más importantes iglesias.
Budapest es una ciudad con una excelente red de transporte público. Nosotros optamos por comprar el paquete de 10 pases que podíamos ir consumiendo según nuestras necesidades y ofrecía un pequeño descuento con respecto a comprar los boletos de manera individual. Hay tranvías, buses y metro, de este último sistema, la línea 1 es la más antigua y se construyó entre 1894 y 1896, los vagones son pequeños y el metro es poco profundo.
La mañana siguiente nos dirigimos a la Casa del Terror, una exhibición impresionante que detalla los acontecimientos del último siglo en donde Hungría no solo perdió dos terceras partes de su territorio sino que se vio sumido en un comunismo exacerbado que no supo traer grandes beneficios a la población pero sí muchos martirios causados por la pobreza con épocas de hambruna y vigilancia radical. El lugar cuenta con tres pisos, cada uno con salas dedicadas a exponer los principales sucesos y protagonistas. Hay tanta información y en nuestro caso tanta gente que al final de la visita, tres horas después, nos encontrábamos completamente exhaustos.
Esa misma tarde caminamos por el lado Pest del río Danubio y en medio de un calor infernal apreciamos el monumento de los zapatos caídos en memoria a los asesinatos de judíos a sangre fría y a orillas del río Danubio en los momentos más oscuros de la segunda guerra mundial.
Una de los edificios mas emblemáticos de toda Europa se encuentra en esta ciudad. El Parlamento, que ocupa la mayor parte de las postales turísticas es sin duda una atracción que debíamos apreciar. Los tiquetes de ingreso se compran en línea para una hora, fecha e idioma determinado, así que es importante planificar bien los tiempos. La visita es acompañada con una audio guía y una persona que va pastoreando al grupo por los recintos apropiados. Por 45 minutos te cuentan la historia del lugar, resaltando que es la tercera construcción publica más grande después del Pentágono y del parlamento de Rumania, y la décima atracción turística más visitada de Europa.
Con 18 mil metros cuadrados, su construcción data de finales del siglo XIX y tardó solo 17 años. En la actualidad, además de ser un recinto para las reuniones oficiales de congreso y cámara de representantes, es sin duda un lugar que atrae miles de turistas al año acompañados de abultados bolsillos repletos dinero para gastar en la ciudad.
Ya durante la tarde, visitamos el parque de la ciudad, en el que diferentes espacios de esparcimiento al aire libre eran aprovechadas por locales y turistas. Lo que más nos llamó la atención fue el parque construido sobre el techo del museo etnográfico, una forma maravillosa de aprovechar cada espacio de la ciudad.
En la noche, nuestro destino fueron los famosos ruin pubs del barrio judío, unos lugares bastante particulares que, adaptados sobre antiguos edificios en ruinas, levantan numerosos habitáculos, tiendas y bares, donde se pueden degustar una infinidad de bocadillos, bebidas y comidas.
Una curiosidad un tanto superflua, pero que llamó nuestra atención, fue un restaurante de comida rápida especializado en exquisitos platillos a base de humus.
En el barrio judío, apreciamos la gran Sinagoga, segunda más grande de mundo y levantada sobre los vestigios del antiguo gueto de Budapest donde se encerró a miles de judíos durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial. En ese mismo lugar, nació Theodore Herzl, famoso por ser el padre del sionismo, un movimiento que conllevó a una visión de la formación de un estado para el pueblo judío en donde hoy es Israel.
De nuevo, los viajes no dejan de sorprendernos al conectar cada vez más puntos de una historia humana moderna que comenzamos, en algunos momentos, a sentir como una sola. Los lugares se conectan y cada sitio que visitamos nos conlleva a otro donde confirmamos que todo hace parte de un gran libro interconectado llamado historia.
Llegó un día mas con una gripe terrible que, días más tarde, por su duración y fortaleza dedujimos que era COVID. Aunque íbamos a visitar los famosos baños de la era turco otomana, ya sin muchos ánimos, fuimos al mercado donde descubrimos que, a parte de vender cualquier combinación de preparaciones de paprika, se podían conseguir comidas locales a un sobrecosto exhorbitante sólo apto para los enjambres de turistas de las costosas agencias europeas.
Nuestro día terminó como muchos otros de los que pasamos en Budapest, cenando Döner Kebab con rollo de canela (Kürtöskalác) un combinado perfecto que recordaremos por siempre.
Dejamos la ciudad de Budapest felices de descubrir el poder de la superación humana. Una ciudad hermosa que se eleva con el mayor orgullo tras surcar el más oscuro de los caminos, el del totalitarismo. En el imaginario común, Budapest hace una venia más que innecesaria a Paris, ya que en realidad tiene todo para sobresalir por sí misma sin necesidad de evocar a la también bella capital francesa.