Bukhara, en el corazón de la ruta de la seda
Del 8 al 12 de octubre de 2023
Llegamos a Bukhara (Bujará en español) tras tomar un cómodo tren de dos horas desde Samarcanda. Sabíamos que estas dos ciudades eran unos de los principales atractivos del país debido a su espectacular arquitectura islámica.
Para nuestra sorpresa, mientras buscábamos un taxi en las afueras de la estación de tren, una pareja que se encontraba despidiendo a un familiar, se ofreció llevarnos hasta la puerta de nuestro hotel. Sin duda una muestra más de la característica amabilidad de la gente que tanto nos dejaría sorprendidos a lo largo nuestro recorrido por este país. Durante el trayecto, Farrukh; quien había estudiado en Inglaterra, hablaba muy bien inglés y dirigía una empresa de fabricación de telas; nos habló de los avances que se han logrado para agregar valor al algodón antes de exportarlo como materia prima y de lo conforme que estaba con el manejo que se la había dado al país al permanecer aislado por un tiempo luego de su independencia. Karimov, su primer presidente, se caracterizó por ser un gobernante bastante restrictivo de la libertad, sumiendo al país a un aislamiento similar al que tenía durante las épocas en las que era parte del territorio soviético. Dede su punto de vista, esta política de aislamiento, había servido para impedir que inversionistas extranjeros saquearan el país con la conformación de empresas privadas que se llevaran el capital al exterior. El presidente actual, Shavkat Mirziyoyev, que tomó las riendas de la nación desde 2017 tras la muerte de Islam Karimov, se ha permitido abrir más la nación sobre una fuerte base de infraestructura desarrollada durante el periodo de su imponente antecesor.
Sin grandes expectativas, pero dispuestos a dejarnos asombrar una vez más por las marvavillas de este territorio, nos encontramos con una ciudad mucho más pequeña que la gran Samarcanda, menos moderna y con un centro histórico reducido que concentraba las mayor cantidad de monumentos.
Nuestro Guesthouse, Boutique Hotel Breshim, ubicado a escasos 200 metros del centro de la ciudad era una opción más que ideal para recorrer los alrededores fácilmente sin la necesidad de tener que usar transporte público.
Al igual que Samarcanda, esta ciudad tiene sus raíces sobre el pueblo de Tayikistán. Se cuenta que en represalia a la fuerte resistencia que hicieron los Tayikos frente a la ocupación soviética, estas dos monumentales ciudades quedaron en la repartición sobre la República Socialista Soviética de Uzbekitán.
De inmediato nos percatamos de lo acotado del centro viejo que, a pesar de su tamaño, cuenta con cerca de 120 monumentos protegidos. Entre madrasas, mezquitas y minaretes, forman una alucinante muestra del poder de la arquitectura islámica.
Nuestro primer destino fue Mausoleo de Ismael Samani que construido en el siglo IX es una de las construcciones más antiguas que se encuentran en el país. Es pequeño, bien conservado y lleno de detalles. Su buen estado se debe a que estuvo durante mucho tiempo enterrado. Cuenta la historia que el monumento se olvidó tras un terremoto o que inclusive los mismos pobladores quisieron ocultarlo cuando llegó Gengis Kan con su ola destructora en el siglo trece. Así las cosas, el monumento pasó al olvido hasta ser desenterrado y restaurado a inicios del siglo XX.
Bukhara fue fundada por los persas en el siglo V antes de la era común, fue el centro cultural de la famosa ruta de la seda y fue invadida más tarde por Alejandro Magno en el siglo IV antes de la era común; es una ciudad que vivió su esplendor durante la dinastía de los Samánidas al convertirse en el centro intelectual del mundo islámico durante en el siglo X. Los Samánidas dejaron un gran legado en el arte, la ciencia y la literatura. El famoso profeta Imam Bujari autor de los hádices sunitas más importantes del mundo islámico, vivió durante esta época. Más tarde, la ciudad sufrió las invasiones de los mongoles en cabeza de Gengis Kan en el siglo XIII y de Timur de Samarcanda en el siglo XIV, trayendo como consecuencia la destrucción de gran parte de la ciudad y su patrimonio. Ya entrado el siglo XVI, Bukhara renació de nuevo con su arquitectura como un kanato bajo el brazo del Irán, hasta que fue anexada por el imperio ruso en el sigo XIX. Posteriormente, con la revolución bolchevique en 1924, se unió a la República Socialista Soviética de Uzbekistan y, al igual que tantas otras repúblicas soviéticas, sufrió por varias décadas del deterioro cultural y arquitectónico de una sociedad igualitaria pero poco permisiva con la libertad de culto. Así, muchas madrasas y mezquitas fueron convertidas en edificios administrativos, caballerizas e inclusive bodegas, trayendo consigo un enorme deterioro y destrucción del patrimonio de la antigua historia uzbeka.
El siguiente lugar que visitamos fue el llamado Arco. Se trata de una fortaleza dentro de la que se ubicaba la vivienda y los edificios administrativos de las diferentes cortes reales que ocuparon la ciudad desde el siglo V e.c. El complejo se usó como fortaleza por cerca de 1400 años hasta que la ciudad cayó como protectorado de Rusia en 1920. A parte de admirar las diferentes mezquitas, madrasas y habitaciones de esta gran ciudadela, es quizás mas interesante visitar los pequeños museos que hay en algunas de sus edificaciones. Si bien algunos carecen del contexto adecuado que se requiere para tener une buena experiencia de museo, sí que aprendimos algunas cosas de la fauna y flora local y como el intensivo cultivo de algodón trajo como consecuencia la extinsion del mar Aral, el cuatro lago más grande del mundo, luego del Caspio, Michigan y Victoria. Fue triste darnos cuenta del gran daño ambiental que se he hecho. En la actualidad, solo queda cerca del 15% del gran lago, el cual ya está dividido en dos partes dejando un enorme desierto que ha traído la extinción de algunas especies, la migración de miles de personas y la modificación de las condiciones climáticas de la región. El lago ha sido visitado por numerosos expertos y de hecho el ya difunto presidente Karimov lanzó un proyecto en el 2007 para su recuperación. Hasta ahora, lo que se ha decidido es plantar árboles en el desierto con el fin de minimizar la desertificación, pero la restitución de las aguas no parece avanzar mucho. El algodón sigue siendo el principal producto de exportación del país, con lo cual, la necesidad de agua en un terreno cada vez más desértico es incremental.
Continuamos nuestro recorrido hacia el minarete principal situado en todo el centro de la ciudad. Este monumento es de lejos el más emblemático de la ciudad y su historia se remonta al siglo XII cuando fue erigido por el gobernante Karakhanid Arslan Khan como parte de una gran mezquita. Su belleza es tal que Gensis Khan impidió su destrucción a su llegada en el siglo XII. No obstante, la mezquita correspondiente no sufrió la misma suerte. Kalon, la que se encuentra en la actualidad, fue construida a en el siglo XVI y es la segunda más grande de Asia Central con una capacidad de 10.000 personas. Aunque al minarete no se puede subir, sí se puede observar con gran detalle su esplendorosa fachada de grabados geométricos.
Como postre final de esta esplendorosa visita, apreciamos el la madrasa mezquita de Kalyan, construida en siglo XV por orden de Ubaydullah Khan, gobernante de la dinastía Sheybanid, queriendo emular la famosa mezquita Bibi Khanum de Samarcanda. También pasamos por la gran mezquita Ulugbek del siglo XV, nieto de Timur y famoso astrónomo y matemático. Aprendimos que en las madrasas brindaban el servicio de educación de forma gratuita. Contaban con cerca de 50 estudiantes, varones, quienes vivían por seis meses dentro de las instalaciones, teniendo una vida bastante austera.
Nuestro último día, ya extenuado de ver tantos monumentos, aprovechamos para visitar la mezquita Chor Minor ubicada en las afueras del centro antiguo. Esta construcción del siglo XVI fue llevada a cabo Khalif Niyaz-kul, un rico comerciante de Bukhara que había visitado la India y se había inspirado en su arquitectura.
Con esto concluiríamos este recorrido por la que es una de las ciudades más emblemáticas de Uzbekistán y de la arquitectura islámica.