Corriendo en Tel-Aviv
Tel Aviv – Israel, 25 al 27 de octubre de 2017
Viaje por el Mundo 2017 – Días 276 al 278
Correr es uno de los placeres que más disfruto viajando. No sólo me permite mantenerme en forma y quemar esas calorías de más que se suelen ingerir cuando recorremos el mundo, sino también porque corriendo se pueden ver la ciudades de una forma muy diferente a como las solemos ver en las largas jornadas de turismo.
La premisa para mi es hacerlo muy temprano en la mañana, ojalá, si me he permitido un buen descanso la noche anterior, en las horas de la madrugada. Con pocas excepciones como Bogotá, Ciudad de México o cualquier gran ciudad del sudeste asiático, las grandes ciudades del mundo, lucen a esa hora bastante solitarias en sus avenidas pero bastante agitadas en sus parques, malecones, pistas de trote, playas y vecindarios. Además, muchas veces me permito recorrer lugares residenciales que usualmente no visitaría haciendo turismo porque o bien están alejados del transporte público o porque no tienen mucha emoción que ofrecer.
Para mí, ver a las personas comenzar su día con sus actividades cotidianas, los niños corriendo a tomar el bus de la escuela, la señora que recién abre su puesto de comida, el anciano que comienza el día con su caminata diaria y hasta el panadero que con su pequeña tienda despierta al vecindario con los más exquisitos aromas, tiene un placer extraordinario y me ayuda a imaginarme una cara más real de los lugares, aquella donde la gente de a pie vive sus vidas, aquella donde Alex y yo bien podríamos pasar algunos meses o quizás años. Sorprendente, con pocas excepciones, siempre me he encontrado con lugares tal vez más especiales que los bien publicitados en las guías turísticas y en los afiches de las oficinas de turismo. Casi en cada ciudad del mundo he podido recorrer lugares muy agradables donde inclusive me imagino viviendo y compartiendo con la gente que me cruzo.
Pues bien, durante nuestra visita a Tel-Aviv en octubre de 2017 pude hacer tres espectaculares jornadas de trote al lado del mar que me dejaron enamorado de esta ciudad. Ver tanta cantidad de gente corriendo o simplemente caminando por el lugar me hizo sentir bastante identificado, pues es, sin duda alguna, una muestra de la calidad de vida de quienes la habitan.
Como en la mayoría de las ocasiones, no conozco el lugar o ciudad donde realizaré el entrenamiento, hago uso de la aplicación MapMyRun que me recomienda rutas cercanas basándose en la distancia que deseo recorrer y en rutas realizadas por otros miembros de la comunidad.
Así fue entonces que al segundo día, y ya con un poco más de confianza, me propuse a hacer 21K por el malecón que rodea a la municipalidad de Yafo y que se extiende por poco más de 10 kilómetros justo al lado de la playa. Era domingo y salí un poco más tarde que de costumbre, con lo cual el lugar estaba colmado de personas paseando sus perros, haciendo ejercicios funcionales en los diferentes parques, recorriendo la zona en bicicleta o, como yo, corriendo a toda marcha.
Tel-Aviv puede ser para muchos una ciudad aburrida y un destino más obligado por sus conexiones hacia el exterior de Israel que en sí un lugar turístico. Sin embargo, nosotros lo disfrutamos bastante, desde el pequeño pero pulcro cuarto de Airbnb en el que nos quedamos en uno de los suburbios menos atractivos de la ciudad, pasando por sus deliciosos falafels disponibles en cualquier esquina y a precios moderados, hasta su hermoso centro histórico con su pasado de guerras coloniales y de tiempos de antaño en donde esta tierra, la de los hebreos, fue un centro mercantil y religioso importante.
Apenas logramos visitar una de las oficinas de turismo que pululan por doquier para darnos cuenta que el secreto de la ciudad no estaría allí. Más bien, estaría en sus mercados y callejuelas que con agrado recorrimos por horas en medio de un calor muchas veces apenas soportable. La arquitectura moderna, siempre en el horizonte con altos y elegantes edificios, hace un contraste perfecto con el viejo puerto, la plaza de la revolución y antiguas construcciones que datan de la época de Herodes el Grande, Pilatos y, como no mencionarlo, Jesucristo y sus apóstoles. Inclusive pudimos ver algunas ruinas egipcias edificadas por el mismo Ramsés el Grande hace varios miles de años.
Más que la imagen de una ciudad cosmopolita, Tel-Aviv fue para nosotros la entrada a un mundo que ha dejado historias milenarias en todo occidente y que al mismo tiempo es el epicentro de un conflicto con unas raíces tan profundas como la misma historia de la civilización humana, un mundo que luego nos enseñaría, una vez más, a pararnos en los pies de otros antes de juzgarlos.
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