Corriendo por el Valle de Arán – Raidaran día 1
Valle de Arán, 20 de julio de 2016
Como toda carrera de aventura, esta comenzó varios meses atrás. Primero con la selección de un lugar y una fecha que se acomodara a nuestro equipo y luego con la ardua preparación que requiere un evento deportivo multisport como este. Luego de muchas discusiones, decidimos esta carrera, el Raidaran, que ya completaba dos ediciones, por lo variado de sus recorridos y el hermoso lugar en donde tendría lugar, el Valle de Arán en la provincia de Lleida, comunidad autónoma de Cataluña.
Llegamos a Vielha, lugar de largada de la competencia, el martes 19 de julio. Alex y yo hace una semana que nos encontrábamos en tierras españolas recorriendo Madrid, Toledo, Valencia y Barcelona y habíamos acordado mis compañeros de equipo, Jorge Mario Rodríguez (Yorch), Claudia Rubiano (Clau) y Alejandro Díaz (Alex) que nos veríamos allí para hacer los trámites de registro del equipo y ultimar detalles logísticos. El inicio de la competencia sería el día siguiente, miércoles 20 de julio a las 9 AM y nosotros correríamos en representación de SAFERBO-SETI, quienes nos han apoyado por años en muchas aventuras.
En el briefing de la carrera, pudimos finalmente vislumbrar con más detalle lo que por meses nos imaginamos. Una carrera de etapas de mediana duración, pero altamente exigentes dada la geografía accidentada de Arán, en donde la cordillera de los Pirineos toma su máxima expresión. Tendríamos algunos tramos de trekking y Kayak exigentes, pero estábamos seguros que los tramos de bicicleta serían los más complicados no sólo por su distancia sino por las largas cuestas de terreno técnico que tendríamos que enfrentar.
Las siguientes horas entre el briefing y la largada de la carrera transcurrieron como en todas las carreras, demasiado agitadas entre el análisis de los mapas, la organización del equipo y la comida acorde con las etapas de la carrera y los nervios apenas normales por estar a punto de enfrentar una prueba de tal magnitud, serían entre 70 y 90 horas de recorrido sin pausa en los que abarcaríamos unos 400 KM.
5, 4, 3, 2, 1… dan las 9 AM y salimos los 30 equipos a realizar la primera prueba de orientación urbana. Mágicamente, los nervios de los días anteriores se esfuman y mi cuerpo comienza a responder ante el esfuerzo de los kilómetros iniciales.
Aunque el paso de una carrera de aventura debe ser lento y constante, es normal que los primeros kilómetros todos los equipos los hagan a tope, como queriendo medir sus fuerzas. Nosotros, no fuimos la excepción. Alex, corredor español de gran experiencia, presionó en el inicio y el equipo respondió de una forma adecuada. Sorteamos esas primeras balizas sin ninguna dificultar y a eso de las 9:20 AM ya estábamos volviendo el lugar de la salida para enfrentar el primer tramo de 14 KM de bicicleta de montaña y que nos llevó por algunas cuestas de carretera destapada o “pistas” como le suelen llamar en España y un descenso técnico sobre el que marcamos un par de balizas fáciles de encontrar.
Hora y media después regresamos al punto de inicio para guardar nuestras bicis y enfrentar lo que sería el primer tramo lineal de la carrera, un trekking de montaña de unos 17 KM que nos llevaría a la población de Salardú. El inicio del tramo nos llevó a ascender la montaña a lo largo de una vaguada que por más de hora y media ocupó toda nuestra concentración. El final de la cuesta nos sorprendió con una llovizna refrescante que ayudó a aplacar el calor acumulado durante las primeras horas de la competencia. Yorch, navegante principal y Alex, su segundo, nos supieron guiar de forma directa hacia la primera baliza situada en unas ruinas en el inicio del descenso hacia Salardú. Descendimos con un trote de paso corto por algo más de una hora, hasta llegar a las caballerizas en la zona norte del pueblo, donde el equipo tuvo que separarse para buscar cuatro balizas ubicadas en diferentes posiciones del poblado, prueba que superamos sin mayor dificultad hasta encontrarnos de nuevo en el punto de transición.
La siguiente etapa, 35KM de bicicleta, nos llevó por una larga cuesta de camino pavimentado que nos condujo hacia uno de los principales centros de esquí de la zona. Hicimos el largo ascenso con una corta parada en la que Yorch y yo devoramos y compartimos con Alex y Clau las raciones de comida que habíamos hidratado en la zona de transición. Una lasagna y estroganoff fueron un perfecto aliciente para continuar el largo ascenso que aún estaba por venir. Nuestro mapa nos condujo por una carretera destapada de tal grado de inclinación que nos obligó a bajarnos de nuestras bicicletas y arrastrarlas por más de hora y media. Muy sorprendido quedé de la fortaleza de Claudia que mientras todos palidecíamos empujando nuestras bicis, ella la llevó por casi todo el trayecto sobre su espalda. Culminamos la cuesta en lo que sería el punto de descenso de los esquiadores en invierno en donde marcamos una muy merecida baliza de 60 puntos.
El resto del camino fue un largo descenso que nos llevó a la población de Esterri D’Aneu en donde tomaríamos nuestros implementos de cuerdas y Kayak para realizar el cuarto tramo de 9 KM.
Apenas unos minutos duramos en la transición. Aún teníamos el sol de las 8 de la tarde cuando comenzamos el tramo primero trotando por una carretera pavimentada y luego en Kayak por un lago hasta un parque de aventura para hacer un ejercicio de cuerdas. Ya esta oscuro cuando llegamos al Parque y para beneficio de todos, pudimos tener unos 20 minutos de descanso en espera de que el equipo que que nos adelantaba culminara la prueba. Recuerdo que en ese momento, ya con nuestras ropas mojadas, hacía bastante frío al compas de algunas gotas de lluvia y un viento helado. Sólo bastaron los primeros tramos de la prueba de cuerdas para recuperar el calor perdido. Fue una prueba bastante divertida que por unos 40 minutos nos mantuvo ocupados sorteando puentes colgantes, redes de cuerdas y unas 10 tirolesas muy bien implementadas. Al final del recorrido, marcamos la baliza y rápidamente tomamos nuestras pesadas mochilas de agua para buscar la cima de un barranco por el que tendríamos que descender. Sorteamos esta sección sin mayor novedad. El barranco constaba de tres cascadas de unos 20 metros cada una por las que descendimos a rappel. Los trajes de neopreno de 3 milímetros que usamos en esta parte estaban sobredimensionados para la poca agua que encontramos. Las cascadas estaban prácticamente secas y entre una y otra encontramos unos pequeños arroyos que a duras penas nos alcanzaba a cubrir las rodillas. Pasada la media noche regresamos por la misma vía hacia el punto de transición para tomar nuestras bicicletas y enfrentar lo que sería uno de los tramos más exigentes del recorrido, la sección de 55 KM entre Esterri D’Aneu y Áreu.
Este fue apenas el inicio de nuestra competencia, espera muy pronto la continuación.
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