De Kalaw al Lago Inle
Myanmar, 6 al 8 de febrero de 2017
Estábamos ansiosos por hacer una buena caminada así que desde Bagán, tomamos un bus hacia Kalaw, la meca del trekking de Myanmar. Viajamos en un bus cómodo que en poco más de 5 horas nos dejo en el centro de la pequeña población de Kalaw. Nuestro hostal, el Mya Sabai Inn, nos esperaba a eso de las 3 de la mañana para hacernos el ingreso.
Por recomendación de Juan Pablo, un amigo que recientemente estuvo haciendo una caminata por estas zonas, nos dirigimos hacia la empresa de Sinn, con quien ya había tenido contacto los días previos, para cerrar nuestro itinerario final. Decidimos alargarlo un poco y, en vez de regresar a Kalaw, optamos por terminar en el famoso Lago Inle, teniendo así un programa de 4 días y 3 noches, a un costo de USD 20 por persona el día, incluyendo todo: el guía, el cocinero, la comida y la dormida.
Día 1 (ver detalle de la ruta aquí):
Nuestro guía Ko Tha pasó por nosotros a las 8 de la mañana para comenzar el camino. A diferencia de la mayoría de los grupos de turistas que optan por hacer un recorrido de dos días y una noche hacia el Lago Inle, nosotros haríamos un recorrido de dos días por la zona suroeste de Kalaw para luego dirigirnos al Lago. Esto traía la ventaja de que el punto de inicio de nuestra travesía era tan solo a algunos metros de nuestro hotel, en vez de a media hora en taxi, tal cual lo exige el programa habitual.
El recorrido comenzó de forma casi inmediata a través de caminos que atravesaban la zona boscosa que rodea a Kalaw. No faltó mucho para que llegáramos a una bonita cascada donde nuestro guía, que venía acompañado de Shi Ne, un aprendiz, nos prepararan el almuerzo: frutas con chapati y salsa de garbanzo (mostrando la influencia de la India en esta zona del país).
Continuamos el resto del camino por un ascenso pronunciado que nos llevó a la villa Ywar Thit donde además de ofrecernos un delicioso té verde, nos mostraron las prendas de vestir autóctonas de la región.
Tan solo media hora más tarde y un poco antes de lo acostumbrado llegamos al lugar donde pasaríamos la primera noche. La casa de un nepalés quien nos dio la bienvenida con su tradicional saludo “Namaste”.
Pasamos el resto del día disfrutando del atardecer y de una deliciosa cena al estilo de Myanmar: arroz blanco (steam rice), curry con pescado, montones de vegetales cocinados, entre ellos cebolla, brócoli y soya, y la tradicional cerveza de Myanmar.
Día 2 (ver detalle de la ruta aquí):
Despertamos a las 6 de la mañana quejándonos por el frío de la noche. A pesar de que estábamos en un lugar muy expuesto al viento, nunca pensamos que la temperatura pudiese descender tanto. En algunos momentos de la noche sentimos que nuestro liner (manta delgada que usamos para envolvernos) y las tres mantas proporcionadas por nuestros anfitriones eran insuficientes.
Este sería el día más largo de los 4, en los que haríamos alrededor de 22 Km con algunos ascensos pronunciados, pero uno de los más bellos. Comenzamos cruzando el bosque tropical donde habitan dos pájaros endémicos de Myanmar. El camino nos sorprendió en varias ocasiones con hermosos lagos y vistas sobre las montañas.
Tras unas tres horas de camino alcanzamos una carretera destapada que nos llevó por algunas villas e hizo el camino un poco aburrido, hasta que llegamos a la villa donde tomamos nuestro almuerzo. Muchas frutas, una sopa de noodles y té, fueron suficientes para continuar las 4 horas de camino que nos restaban.
Disfrutamos mucho del resto del recorrido atravesando sembrados de ajo, arroz y jengibre y admirando los primeros búfalos de camino. Estos rumiantes son autóctonos de la región y son usados para trabajo pesados en el campo y carne.
Ya finalizando la tarde llegamos a la villa Pin Nage donde después de un baño bastante frío y, de nuevo, una deliciosa cena, pasamos una noche mucho más fría e incómoda que la anterior.
Día 3 (ver detalle de la ruta aquí):
Nuestra ruta comenzó, como de costumbre, a las 7:30 de la mañana a pesar de que le había pedido a nuestro guía que comenzáramos un poco más temprano para así evitar encontrarnos con otros turistas. En esta parte del recorrido, nuestro camino de cruzaría con el de los que hacen el recorrido corto desde el Lago Inle.
Comenzamos entonces a caminar más rápido que de costumbre y al cabo de pocas horas ya habíamos rebasado todos los grupos, con lo cual nos encontrábamos solos en el camino. Este día el camino fue igual de bonito al del día anterior recorriendo esta vez campos más abiertos a lo largo de sembrados de ajo, chile, jengibre, trigo y plátano. Nos sorprendió la gran variedad de cultivos que pueden llegar a tener los campesinos en pequeños pedacitos de tierra.
En medio del camino, se nos cruzó un pequeño cachorro que nuestro guía quizo adoptar. Fue la alegría de todos y, en honor a nuestro perro, lo pusimos simplemente, Mono. La noche la pasamos en una aldea un poco más grande que las anteriores, donde pudimos observar un poco la vida de sus habitantes.
Día 4 (ver detalle de la ruta aquí):
Ya en el último día de recorrido, nos encontrábamos con bastante ánimo por llegar pronto al lago, así que decidimos de nuevo adoptar un paso más acelerado. Tuvimos un camino más corto y menos espectacular que los días anteriores pero que fue recompensado con el hermoso descenso hacia el lago.
Eran menos de la 1 cuando terminamos el camino y al lado de un gran almuerzo que nuestro chef Adam nos preparó, celebramos el final de esta buena aventura.
Algunas noches atrás le había hablado a nuestro guía de las impresionantes carreras non-stop en las que compito y en las que recorremos grandes distancias sin parar durante varios días y noches seguidas. Hablamos incluso de hacerlo en este recorrido mientras el fascinado me animaba. Antes de de dejarlos a ellos, le hice la promesa de que volvería para hacer , juntos, ya sin cocinero, sin tanta ropa, sin guía, esta travesía.
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Mónica
18 febrero, 2017Espectacular!
Alexandra Salazar
19 febrero, 2017Sencillamente Hermoso!!! Abrazos