Visitando EL Mar Muerto, Masada y Ein Guedi

Masada

Llegamos con gran expectativa a Masada justo en el banco occidental del Mar Muerto. Ya había leído un poco de esta gran historia en la que los Judíos fueron sitiados por los romanos conduciéndolos a un suicidio colectivo.

El lugar se encuentra en una montaña solitaria en el Desierto de Judea, muy cerca al Mar Muerto. Desde la carretera que desciende al valle, puede observarse lo impresionante de este montaña y el porqué fue escogido por el propio Herodes para albergar a su madre Cypros durante la invasión parta del año 40 A.C, mientras este se dirigía a Roma para solicitar apoyo.

Nos hospedamos en el Masada West Camp, situado dentro del parque natural y a tan sólo unos metros del ingreso a la Montaña. Los 30 dólares que pagamos fueron suficientes para poder tender nuestra carpa y tener acceso a los baños, cocina y duchas. Solo estaríamos una noche, el tiempo suficiente para hacer la corta subida a la montaña y recorrer la totalidad de su meseta.

La mañana siguiente decidimos comenzar antes del alba para poder apreciar el naranja amanecer en la cima de la meseta. Bastaron unos tres cuartos de hora para recorrer las escaleras que conducen a su cima. Las recorrimos con paso firme mientras admirábamos con asombro las ruinas de la gran rampa que construyeron durante 3 meses los romanos para acceder al lugar y que al final fue la causante del suicidio colectivo judío.

La mañana era fresca pero pronto, con las primeras luces del amanecer comenzó a elevarse la temperatura, haciendo que nos despojáramos de nuestras chaquetas de plumas.

En el lugar, aunque pequeño, hay muchos puntos importantes para visitar: las casas de los generales, el impresionante sistema de acueducto y las cocinas, fueron algunas de las cosas que más me impresionaron. Aún en algunas ruinas pueden observarse vestigios de los coloridos murales que adornaban el interior de las casas. Sin duda alguna, una muestra de lo grandioso que fue este lugar.

Alrededor del medio día dejamos Masada para dirigirnos a la Reserva Natural de Ein Guedi donde queríamos disfrutar de una de las caminatas recomendadas.

El Parque, a orillas del Mar Muerto, no se conecta directamente con Masada, obligándonos a tomar el camino de regreso para ingresar de nuevo al valle por el costado sur.

Reserva Natural Ein Guedi

Ya era el atardecer cuando llegamos al Ein Guedi Camp Lodge, un acogedor lugar en medio de este desierto y que por cerca de 35 dólares nos permitió acampar en una rudimentaria losa de cemento. La buena cocina y la confortable sala de estar, hicieron mucho más agradable nuestro paso por el lugar.

Temprano en la mañana, con un equipo ligero de caminata, nos dirigimos a la entrada de la reserva a tan solo unos metros de nuestro camping. Como es costumbre elegimos hacer la ruta más exigente y larga que a parte de ser usualmente las más excitantes, nos ayudan a alejarnos de los grandes grupos de turistas.

El camino comienza en un hermoso cañón sobre el que se posa un pequeño río que bien sabe adornar de verde sus orillas, resaltando fuertemente sobre el pálido café desértico de toda la zona.

No pasó mucho hasta que comenzamos a ascender por un pronunciado camino de piedra suelta que nos hizo comprender de manera inmediata por qué es una de las rutas menos transitadas. Tardamos poco menos de una hora en llegar a la cima de la meseta donde nos deleitamos con la hermosa vista antes de descender por el costado norte para tomar el camino de regreso al campamento.

En el Mar Muerto

El día siguiente decidimos tomar un baño en el mar, naturalmente en Ein Bokek, el lugar de las mejores playas y punto de obligatorio de paso para nuestro regreso a Jerusalem.

A pesar de la gran cantidad de resorts que acaparan espacios para sus clientes, encontramos bastante fácil hacernos a un espacio donde inclusive las duchas y baños públicos lucían impecables.

Mientras aprendimos que el Mar Muerto es un lago que está a 435 metros bajo el nivel mar, pude experimentar con bastante emoción la sensación de flotar en cualquier posición sin tener que hacer esfuerzo alguno. Las típicas imágenes que muchos conocemos fueron recreadas con el máximo rigor.

Al mismo tiempo nos impresionó la densidad de sus aguas. Con una textura aceitosa y composición lo suficientemente venenosa para evitar el florecimiento de cualquier tipo de vida, son el resultado de una gran masa de agua que recibe pocos afluentes y cuyo cuerpo de agua, al no tener desagüe alguno, solo puede escapar vía evaporación dejando así una gran concentración de minerales en su lecho.

Nos despedimos del Mar no sin antes reflexionar de su importancia histórica no solo por ser un ecosistema natural que comparten Israel y Jordán, dos grandes adversarios, sino por ser el lecho de las famosas ciudades de Sodoma y Gomorra que, tras su destrucción divina en forma de un gran terremoto o meteorito ha dado origen a numerosas historias que hoy en día hacen parte de nuestra cultura popular. Aunque nada de esto ha sido comprobado, estudiosos argumentan que los restos de estas ciudades yacen bajo las aguas del lago.

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