Penang, la isla de la armonía
Georgetown, mayo 26 al 30 de 2017
Me tardé casi dos meses en escribir este post y aún no puedo explicar por qué. Mientras sobrevolamos Turquía rumbo a Dubai (en escala hacia Zambia), luego de nuestro paso por Europa, comencé a revisar las fotografías que tomamos en estos 5 días en esta isla del noreste de Malasia y con cada una de ellas sentía tanta emoción, que ahora sólo se me ocurre que estoy viviendo una especie de nostalgia de este destino. Penang es una isla maravillosa, vivimos experiencias diversas y emocionantes, pero fue el último lugar que visitamos en Asia antes de iniciar lo que sería la tercera gran etapa de nuestro viaje, así es que también significó una especie de “fin” y aunque soy bastante desapegada (a veces más de la cuenta) y hasta tengo un tatuaje que dice “aquí y ahora” que me recuerda que lo único que existe es el presente, pienso en Penang y siento un pequeño vacío al saber que escribir este post será oficialmente cerrar esa etapa.
Luego de disfrutar del clima fresco de Cameron Highlands, Georgetown (la principal ciudad de la isla) nos recibió con un golpe de calor. Caminamos bajo el sol del medio día durante varias cuadras con nuestros morrales desde el puerto hasta el hostal (lo cual no hacíamos desde Gili Air) y lentamente la ciudad se iba desdoblando ante nosotros. Los olores de la comida India, el arte callejero en las paredes, el tono agudo de los chinos al hablar, las mujeres malayas cubriendo sus cabellos… todo lo que habíamos vivido en el último mes en Malasia estaba condensado en tan solo unas pocas cuadras, rodeándonos, abrazándonos, casi consumiéndonos. Nuestro hostal estaba en medio de todo esto, pero era un pequeño oasis, un escape al bullicio de la calle, en el que tuvimos tiempo para descansar, organizar y planear.
En Georgetown la gran mezcla de grupos étnicos que constituye Malasia es aún más evidente. En el distrito colonial de la ciudad (por cierto declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco) apenas algunas calles dividen cada uno de las zonas en las que unos y otros se asentaron, de acuerdo con la distribución que en su momento hicieron los ingleses (para quienes Penang fue una colonia muy importante por su posición estratégica en el sudeste asiático), a veces inclusive dándole espacio a cada sub minoría para evitar conflictos.
Hoy en día estas fronteras virtuales siguen existiendo, con sus costumbres, sus comidas, sus formas de vestir, sus religiones, sus idiomas… sin embargo es maravilloso ver cómo se conserva el balance y de hecho la calle Pitt es llamada la “Calle de la Armonía” ya que en menos de 800 m se encuentran la iglesia Cristiana Anglicana de San Jorge, el templo budista chino Kuan Yin Teng, el templo hindú Sri Mariamman y la mezquita musulmana Kapitan Keling.
Sin embargo estos no son los únicos lugares de culto diversos y la ciudad está llena de lugares interesantes, como el templo budista birmano que justo se encuentra en frente del templo budista tailandés… o los templos budistas chinos del centro que servían para que los diferentes clanes (algo así como las mafias del momento) se escondieran y huyeran a través de estrechos pasadizos.
Además de los lugares distintivos de cada barrio, en los que se pueden ver los almacenes de venta de joyas y prenderías de los musulmanes, los textiles de los indios, los mercados de los chinos, la ciudad está llena de arte callejero: grafitis de diferentes niveles de calidad, caricaturas en metal que resaltan el significado o la tradición de distintos lugares de la ciudad e inclusive obras de arte como las realizadas por Ernest Zacharevic incorporando diferentes técnicas en sus murales. Ir a la “caza” de este arte es, en sí mismo, una forma de disfrutar la ciudad.
Algunas obras de Ernest Zacharevic
También se habla de sus grandes cualidades culinarias, nosotros no las encontramos, así es que casi todos los días comimos en los restaurantes indios donde el pollo Tandoori era el protagonista o en la plaza de comida china. Justo eran los días de Ramadán, pero contrario a lo que pensamos había una gran oferta de restaurantes, ya que los restaurantes chinos, indios y occidentales estaban abiertos como de costumbre.
Georgetown es tan variado, que pasamos una tarde en uno de sus centros comerciales (donde hay las mismas marcas que encontramos en occidente) y fuimos a cine. También visitamos el museo “Time tunnel” donde se cuenta a través de representaciones, fotografías y artefactos la historia de la ciudad, en un recorrido que termina en el museo 3D, donde combinan pinturas fluorescentes con mobiliario para representar escenas divertidas (en una mezcla inusual de lugares).
En las afueras de Georgetown hay muchos otros atractivos, como las playas (nosotros no las visitamos, después de El Nido nos parecieron poco interesantes) pero alquilamos una moto para ir hasta el Parque Nacional Penang (donde hicimos una caminata), estuvimos en el templo Kek Lok Si y subimos en funicular a la cima del cerro Penang. De este día lo más impresionante fue ver a los monos Dusky leaf (langur obscuro o langur de anteojos).
Parque Nacional Penang
Kek Lok Si
Cerro Penang
Recuerdo que mientras David iba conduciendo la moto yo pensaba que Penang lo tiene todo: historia, cultura, gastronomía, playas, selva… un lugar tan diverso en el que lo único que cambiaría es el clima, ¡aún bromeamos sobre el calor tan insoportable que llegamos a sentir en algunos momentos! un lugar que resume todo Malasia en unos pocos kilómetros, tiene bien ganado su lugar en la ruta de muchos turistas que llegan a este país.
Algunos puntos para tener en cuenta:
- Georgetown está a 5 horas de Cameron Highlands o de Kuala Lumpur, el servicio de buses es bastante bueno y hay una gran oferta.
- Es fácil moverse por el distrito colonial caminando y hay un shuttle (gratuito) que va a sus puntos principales. Para distancias más largas recomendamos la aplicación Grab (conductores particulares), en la que desde que se pide el servicio se calcula la tarifa.
- La oficina de turismo ofrece tours andando gratuitos dos veces por semana, no es necesario registrarse previamente y vale mucho la pena para entender mejor la historia y cultura de la ciudad. También hay muchas actividades gratuitas la última semana de cada mes, con eventos diarios (algunos de los cuales sí requieren registro previo).
- En la cima del cerro Penang hay una especie de centro comercial con restaurantes y atracciones curiosas (como el museo de los búhos o una representación de la aldea pitufo), no nos pareció muy atractivo más allá de ver la ciudad y el funicular es relativamente costoso.
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