Por los bosques de Luang Prabang
Luang Prabang 17 y 18 de febrero de 2017
Hay diferentes opciones de tours en Luang Prabang, que van desde 1 día hasta 1 semana, sin embargo, la mayoría incluyen actividades con elefantes, las cuales no apoyamos ya que consisten en acciones que no son propias del comportamiento de estos animales como bañarlos, adiestrarlos y mostrarlos.
Como alternativa, encontramos un tour de 2 días, el primer día haciendo trekking (ver recorrido aquí) y el segundo día un trekking corto (ver recorrido aquí) + kayak (ver recorrido aquí). Luego de averiguar en varios locales, elegimos la empresa Laos Outdoor. Una vez tomamos el desayuno, nos recogió nuestro guía Mued en el hotel, llevamos las maletas con todo lo que no íbamos a usar a la oficina de la empresa para que las guardaran y recogimos a Phoebe, una chica australiana que también haría el recorrido con nosotros. La primera hora del tour la pasamos en el tuk tuk rumbo al punto de partida del trekking. En el camino paramos un momento en el mercado donde Mued compró algunas provisiones mientras nosotros probábamos el auténtico café de Laos, bastante ácido y fuerte.
Durante este recorrido, vimos cómo una empresa China está adelantando el trabajo de construcción de una presa en el río Ou, lo cual cambiará drásticamente la geografía y el ecosistema de esta zona. De hecho, cuando empezamos la caminata, nos encontramos con máquinas removiendo una gran cantidad de tierra y Mued nos explicó que en este lugar van a construir el pueblo para los campesinos cuyas tierras serán inundadas. Más adelante pudimos constatar como China, el gran vecino del norte, está penetrando con toda su maquinaria en Laos, de hecho en algunas ciudades, trayendo su propia mano de obra y dejando a los locales con pocas oportunidades a la vez que explota sus recursos naturales.
La primera parte de la caminata fue en un terreno plano, entre plantaciones, varias quebradas y bosques de bambú. Desde los primeros pasos nos dimos cuenta de que Mued sería un excelente guía. De vez en cuando se detenía para explicarnos las propiedades de las diferentes plantas, para contarnos sobre la zona o para hablar de las tribus de la región.
Cerca del medio día, nos detuvimos en un cobertizo para almorzar. Mued había llevado consigo los alimentos y recolectó algunas hojas de plátano para improvisar un mantel.
Después de descansar un rato, reiniciamos el camino, para detenernos de nuevo al llegar a una de las villas Khmu, donde pudimos observar sus construcciones tradicionales de un solo piso y compartir unos momentos con los niños que vendían algunas pulseras de artesanías. Algunas de estas aldeas aún son muy conservadoras y Mued nos pidió respetar sus costumbres: vestir de manera moderada, no tocar nunca la cabeza de nadie, quitarse los zapatos antes de ingresar a cualquier construcción y no señalar nunca con el pie, entre otras.
La siguiente etapa del camino fue un ascenso mucho más marcado, que por momentos nos hacía sentir que nos derretíamos por la humedad y el calor que estaba haciendo. Al llegar a la cima de la montaña encontramos la villa Ban Longlaoh la cual está compuesta por dos aldeas, una perteneciente a la tribu Khmu y la otra a la tribu Hmong. Pudimos ver las diferencias entre ambas minorías étnicas y dormimos en una de sus casas. En la aldea la vida transcurre en calma, vimos a los niños jugar fútbol descalzos, a las mujeres alimentar a los animales (que deambulaban libres y a sus anchas), a los campesinos llegar a tomar una ducha en el baño comunal.
El segundo día, luego del desayuno, iniciamos la caminata de una hora y media hasta el lugar donde nos había dejado el tuk tuk el día anterior (usamos una ruta diferente y sólo era bajada), allí nos encontramos además con Carlos y Courtney, quienes se unirían a nuestro recorrido en Kayak.
Luego de algunos minutos, llegamos al río Ou y nos preparamos para ir al agua. En esta época del año Laos se encuentra en temporada seca (aproximadamente hasta abril) por lo que el río no estaba muy caudaloso y los pocos rápidos que encontramos apenas eran corrientes un poco más aceleradas.
A pesar de que no había mucha aventura, el paisaje era de por sí una gran recompensa. Dejamos atrás algunas montañas de formas caprichosas para bajar suavemente por las aguas de color verde azul. En el camino vimos algunos pescadores artesanales y en un momento Mued nos dio la opción de zambullirnos en el agua y refrescarnos por unos minutos en el río lo cual agradecimos inmensamente. Minutos después, antes de llegar a la desembocadura en el río Mekong, una hermosa pared rocosa apareció en el horizonte y pudimos observar los pájaros anidando en sus grietas y jugar con el eco de sus formaciones.
Al llegar al Mekong, desembarcamos en las cuevas de Buda, donde tomamos un almuerzo similar al del día anterior y recorrimos la cueva alta y la cueva baja. Ambas aprovechan las formaciones propias de la montaña, sin embargo la cueva alta fue utilizada durante la guerra de Estados Unidos – Vietnam como refugio por parte de los rebeldes que apoyaban al país vecino (se puede observar inclusive la formación que usaban como cocina). Los creyentes traen a estas cuevas sus imágenes de Buda, por lo que hay más de 2 mil en la cueva superior y más de 4 mil en la cueva baja.
Desde allí remamos por algunos minutos más por el río Mekong (incluyendo una nueva oportunidad para nadar en sus aguas) hasta llegar a la aldea donde elaboran el “whisky” de Laos, el cual en realidad es un fermentado de arroz de diferentes niveles de alcohol.
Este tour nos gustó de principio a fin. Mued fue un excelente guía y tuvimos la oportunidad de tener una inmersión profunda en la comida tradicional de Laos y en la vida de sus comunidades rurales. Sin embargo, nos quedamos con una triste reflexión al pensar en el gran potencial que tiene Colombia para este tipo de turismo que al no ser invasivo y representar una fuente de ingreso para las comunidades podría ser una excelente forma de ayudar a los campesinos a dejar los cultivos ilícitos y mostrar mejor su estilo de vida, sin embargo aún con la esperanza de una posible paz con la guerrilla en los próximos años, sería difícil estar tranquilos frente a la delincuencia común. Después del almuerzo, el primer día, nos quedamos dormidos por más de media hora bajo el cobertizo de bambú ¿quién dejaría en Colombia sus mochilas a varios metros de distancia sin pensar que va a venir alguien a robarle? ¿cómo superar el hecho de que en más de una ocasión hemos sido víctimas de hurto en las montañas de nuestro país? Definitivamente la paz no es sólo la ausencia de guerra y en este sentido Colombia aún tiene un gran camino por recorrer y cada uno de nosotros una gran responsabilidad.
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Alexandra Salazar
2 marzo, 2017En algunos recorridos cortos que he realizado en el Oriente Antioqueño hemos tratado de que sea así, respetando el entorno, conociendo las costumbres, haciendo una inmersión en la cultura del campesino. Tristemente este tipo de actividades no son valoradas porque les falta “aventura” y estoy de acuerdo contigo que eso ayudaría a una construcción de una paz estable y verdadera en nuestro hermoso, mágico y amado país. Un abrazo viajeros!!!