Corriendo por el Valle de Arán – Raidaran día 2
Vall Ferrera, 21 de julio de 2016
Esta es una continuación de “Corriendo por el Valle de Arán – Raidaran día 1”
Todas las fotografías corresponden a la zona de transición en Áreu [a excepción de las últimas 2]
La etapa 5 nos sorprendió con un ascenso literalmente intransitable que nos obligó a cargar nuestras bicis por más de 3 horas. No nos percatamos en el mapa de un camino que a pesar de ser más largo era mucho más pedaleable. Nuestra opción fue un camino bien demarcado, que por su nivel de inclinación y cantidad de rocas, nos hizo pasar unas horas miserables al lado de nuestras bicicletas. Adelante iba Alex que con gran fortaleza alzaba su bici como si fuese un pluma, mientras Clau y yo agonizábamos con cada paso. No pasó mucho tiempo para que, aprovechando la fortaleza de Alex uniéramos la bici de Clau a la suya con el fin de hacerle a ella este tramo un poco más llevadero.
Al final de la larga cuesta, el equipo entero mostró señas de cansancio, pero pudimos animarnos al confirmar que habíamos ganado algo de tiempo al encontraros con un equipo que había salido una hora antes que nosotros de la zona de transición. A partir de allí, comenzamos un descenso infinito que, al igual que el ascenso, contaba con largos tramos poco pedaleables. De nuevo, el equipo tuvo que enfrentar el suplicio de arrastrar y cargar la bicicleta por muchas horas. De cuando en cuando nos topábamos con algunos equipos que, como un vaivén adelantábamos y nos adelantaban, en medio de un amanecer silencioso que seguro estará grabado de por vida en nuestras mentes.
Serían la 12:30 de la tarde cuando llegamos a Áreu, lugar de la zona de transición a la etapa de trekking de montaña. Exhaustos, con hambre, sueño, muchos moretones en las piernas y ya habiendo cursado las primeras 28 horas de carrera tomamos la decisión de descansar un hora y saltarnos la etapa de trekking de montaña para continuar directamente con el siguiente tramo de bicicleta. Los tiempos tomados en las etapas anteriores habían sido más largos de lo presupuestado, en especial, en la última etapa para la cual habíamos estimado unas 6 horas cuando realmente nos había tomado 11, con lo cual estábamos en riesgo de que nos cerraran otras recorridos posteriores y con ello salir de la competencia.
El reglamento nos permitía saltarnos una etapa so pena de perder puntos pero sin salir de la carrera. Fue así entonces como luego de hacer una parada de dos horas en la que pudimos comer muy bien, ducharnos y dormir unos 40 minutos, salimos a eso de las 2:30 de la tarde a enfrentar los 112 Km de bicicleta que nos separaban del siguiente punto de transición cerca de La Pobla de Segur.
Este tramo de bici, nos traería dos grandes ascensos y un descenso infinitamente largo. Así pues, con gran paciencia comenzamos el largo ascenso en medio de un día caluroso que marcaba entre los 30 y 35 grados Celsius. Aún recuerdo las siete largas curvas que implicaba la ruta antes de comenzar la travesía por la montaña. Durante el camino pudimos toparnos con los compañeros del equipo de Priorat de Cataluña, con quienes siempre con buenos ánimos y su excelente forma de ciclistas profesionales, entablábamos algunas conversaciones. Al final de la cuesta, ya a eso de las 4 de la tarde, encontramos el siguiente PC en el que debimos hacer una pequeña y más bien poco excitante prueba de orientación. Todo consistía en marcar 8 puntos en orden, cada uno separado por entre 100 y 300 metros de distancia, todos muy fáciles de encontrar y sin ninguna perspectiva que supusiera un gran reto para los aventureros. En mi opinión, una total pérdida de tiempo. Tan solo unos 45 minutos después terminamos la prueba tomando refrescos y comiendo paleta en una de las pocas tiendas que vimos sobre el camino.
Continuamos por un descenso de carretera destapada que luego se convirtió en columpios a lo largo de un hermoso paisaje boscoso y perfectamente pedaleable. Al caer la tarde, encontramos la siguiente baliza ubicada en un bebedero y para nuestra sorpresa, justo al lado de un gran restaurante que, como por arte de magia, aparecía eregido en medio de la montaña. Nuestros compañeros del equipo Priorat, que habían alcanzado el punto unos minutos antes, se encontraban comiendo undos deliciosos emparedados de jamón, los cuales no dudamos en probar.
El camino y el mapa nos condujeron por un tramo que justo al caer la noche se desvaneció en medio de un campo copado de ovejas. El camino ya no estaba presente y solo veíamos en el mapa un tramo punteado que no indicaba más que un rumbo difuso en medio de un pastizal más bien plano. Al cabo de una media hora ya no veíamos hacia atrás las escasas luces de nuestros compañeros que nos habían acompañado a lo lejos, certeza de que habíamos tomado caminos diferentes. En ese punto, el camino se hizo más difícil hasta un punto en que fuimos obligados a desmontar nuestras bicis para, una vez más, cargarlas sobre nuestras espaldas. Grandes troncos y raíces justo en la cima de la montaña hacían imposible rodar. A medida que el camino se volvía más difícil, Yorch revisaba el mapa sólo para confirmarnos una vez que íbamos por el camino correcto. Fue hasta la media noche que logramos llegar a un cruce de caminos, donde bajo un árbol, como si alguien la hubiese escondido, vimos la baliza perseguida por tantas horas. El silencio de las horas anteriores fue reemplazado por una felicidad inmensa que nos confirmaba que el camino había sido el correcto y que pese a que nuestros compañeros tomaron un camino alterno, el nuestro era sin duda la ruta más directa y la que habíamos marcado en el mapa desde el inicio de la carrera.
La carretera destapada nos condujo de nuevo a través de un ascenso que no trajo novedad alguna para luego precipitarse en el que ha sido tal vez uno de los descensos más largos que hecho. Luego de un par de paradas para descansar las manos y de luchar contra un sueño insoportable, llegamos al río donde nuestros compañeros del equipo Priorat se encontraban descansando.
A partir de allí, tuvimos un ascenso corto para salir a la carretera pavimentada que en un nuevo descenso de unos 15 kilómetros, nos conduciría a nuestro siguiente punto de transición a unos 5km de Puebla de Segur. El sol despuntaba marcando las 6 de la madrugada cuando apareció el lugar en el que podríamos descansar unas horas para continuar con la siguiente etapa de esta aventura.
En el lugar tan solo estábamos en el equipo Priorat y nosotros quienes decidimos acortar la etapa de montaña, con lo cual debíamos esperar a que se abriera la etapa a las 9 de la mañana para poder continuar.
Una buena comida, aislante, despertador en punto y los ojos se cerraron inmediatamente. Aún quedaba mucho camino por recorrer.
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