Recorrido por Istria, la exquisita península de Croacia
19 al 22 de mayo de 2023 – días 6 al 9
Salimos de Zagreb en una mañana lluviosa desde la estación de buses hacia Rovinj, una pequeña población situada en la costa de la península de Istria, uno de los lugares más turísticos de Croacia.
Era viernes 19 de mayo y a tan solo 6 días de comenzar nuestro viaje, estábamos ansiosos de dar inicio a nuestro camino hacia el sur que nos llevaría hasta las últimas islas griegas.
El viaje en bus fue tranquilo, de unas 4 horas de duración, con algunas paradas en el intermedio. Era el medio día cuando arribamos al centro de la población que desde el inicio nos sorprendió no solo porque la mayoría de los letreros estaban tanto en croata como en italiano, sino también por el aroma cálido y aire de tranquilidad que se respiraba.
Luego nos enteramos que está zona del país perteneció en algún momento a los venecianos y que tras tantos conflictos e imperios que han pasado por esta lugar (el Imperio Otomano, el Austro-Húngaro, la Segunda Guerra Mundial, la creación y disolución de Yugoslavia), pasó a formar parte Croacia tras la declaración de su independencia en 1991. Ya nada quedaba de su pasado fascista que, influenciado por los italianos y bajo el nombre de la Ustashe, acribilló a Serbios y también a Croatas, durante la Segunda Guerra Mundial.
Nuestra habitación se encontraba a unos 25 minutos caminando del centro y dado el peso de nuestros morrales decidimos tomar un taxi que por la exhorbitante suma de 15 euros nos acercó al lugar. Encontramos una habitación agradable, una cocina totalmente funcional, un balcón y bicicletas disponibles para usar, un buen presagio para hacer de este tiempo una estadía muy placentera.
Durante el primer día, nos dedicamos a recorrer el centro de la ciudad. Muy bonito, bien mantenido, con sus calles entrevenadas que contrastaban con un turismo lujoso acompañado por extravagantes yates y exclusivos hoteles. Había pocos habitantes locales, una oferta de comida internacional para nada autóctona y un ambiente de lujo hacían ver a esta zona un lugar completamente artificial hecho a la medida estándar del más exigente resort.
El segundo día lo dedicamos a conocer Pula. Tomamos un bus al medio día y en tan solo un recorrido de 40 minutos ya nos encontrábamos en el centro del lugar. Famoso por sus ruinas romanas, Pula es una ciudad comercial que ha logrado mantener un ambiente de pueblo amistoso y relajado. En este lugar, pudimos apreciar una ambiente más real que, si bien, cuenta con mucho turismo, deja una sensación de la autenticidad que no encontramos en Rovinj. Caminamos prácticamente todo el día y regresamos al atardecer después de disfrutar de una desabridas pastas de mariscos que habría podido cocinar en nuestro apartamento.
Al siguiente día, optamos por recorrer un parque alrededor de la bahía que iniciaba a pocos metros de nuestro hospedaje y finalizaba en el centro. La caminata fue realmente agradable ya que nos dejó ver la vida lejos de la parte más turística, acompañada de unas hermosas playas de aguas cristalinas, acantilados boscosos y arena rocosa de piedras perfectamente pulidas por el movimiento del mar. Pudimos apreciar durante el camino numerosas playas nudistas, algo quizás un tanto curioso para nosotros por lo poco común de este tipo de lugares en Latinoamérica. El día terminó con 18 km de caminata y una deliciosa hamburguesa de tiburón en el café Tunaholic Fish Bar.
El cuarto día decidimos recorrer el camino en dirección opuesta, pero en esta ocasión usando las bicicletas de libre acceso de nuestro hospedaje. Hicimos una ruta de unas 4 horas que nos llevó hasta la reserva de aves Palú que no dejó de brillar por su belleza a pesar de no tener muchos pájaros en esta época de año. Disfrutamos un recorrido en todos los tipos de terreno, incluyendo algunos single track que cruzamos una vez estuvimos en la reserva. A pocos kilómetros de nuestro hospedaje, pudimos ver algunos lugares muy bien acondicionados para campistas quienes al lado de la playa podían disfrutar de un espacio para conectar sus campervans, armar sus tiendas de dormir o rentar unos preciosos bungalós, junto con baños y duchas en perfecto estado. Fue tal nuestro asombro que tras recorrer el lugar, decidimos buscar opciones similares en otros lugares, sin saber, aún, que esto marcaría casi todo nuestro recorrido restante por este país. Terminamos el día realmente exhaustos con un almuerzo tardío de chicken teriyaki y un recompensante gelato en una de las decenas de tiendas que abundan por esta zona del país.
Dejamos Rovinj no sin antes sentirnos felices por dejarnos tocar por esta pequeña perla de mar adriático y tras varios años de no hacer viajes largos, comenzar a comprender que la mejor opción no es hacer el viaje sino que el viaje nos haga a nosotros.