Recorriendo los valles Rees y Dart

Isla del Sur de Nueva Zelanda, 6 al 10 de marzo de 2017

Queenstown es quizás las ciudad perfecta para un aventurero. No sólo por ser la meca del deporte de aventura, sino también por sus hermosas montañas, el impresionante gran lago Wakatipu y su ubicación geográfica a tan sólo unos kilómetros de distancia de las mejores caminatas de Nueva Zelandia.

Llegamos a esta ciudad vía aérea desde Auckland y acampamos por primera vez en este recorrido en uno de los parques vacacionales de la ciudad, los cuales son grandes instalaciones que ofrecen entre otras cosas a parte de los sitios de camping, estaciones de conexión para los carro casa o campervans, cocinas comunales, baños compartidos y hasta habitaciones privadas en diferentes modalidades.

A inicios de marzo, Queenstown luce tal vez en su punto de mayor congestión. Hay turistas por todos lados, es difícil encontrar lugares en los hoteles y restaurantes y hay que hacer largas filas en el supermercado, algo más bien poco común en este país. Las agencias de turismo que en esta época hacen una parte importante de sus ingresos, te ofrecen cualquier cantidad de planes de ecoturismo, como rafting, paseos en bote, bungeee, paracaidismo, cualquiera de ellos no por menos de 200 dólares.

Queenstown
Queenstown

Dicen que quien va a Queenstown y no hace alguna de sus actividades extremas, es como si no hubiese estado allí. Pues bien, nosotros pensamos diferente y, en vez de pagar 5 o hasta 10 veces más el valor de estos planes en otras partes del mundo, nos concentraremos en lo que es realmente único en Nueva Zelandia: su naturaleza.

Después de investigar mucho acerca de las caminatas en la zona decidimos hacer el Rees Dart track, muy bien recomendado por nuestros amigos de Auckland Julie e Iain. No es fácil seleccionar un recorrido entre tantos que existen y sobretodo porque en esta área hay tres de los 9 más famosos trekking de Nueva Zelandia. El Milford (que ya lo hicimos en 2011), el Kepler y el Routerborn los cuales hacen parte de las denominadas “Great Walks” son la selección por excelencia de los viajeros internacionales, dejando inclusive muy poco espacio para que los mismos kiwis los disfruten. Luego nos daríamos cuenta de que estos treks son tan famosos y promovidos hacia el exterior no solo por la belleza de sus recorridos sino también porque tienen rutas mucho más demarcadas, cruces de puentes artificiales y en algunas partes, plataformas de madera que pasan sobre zonas difíciles. En resumen, son caminatas consideradas como fáciles, con las que el gobierno de Nueva Zelandia se siente más a gusto y seguro invitando a todos los caminantes del mundo.

Pues bien, nuestro recorrido por los valles Rees y Dart que no hacía parte de “las grandes caminatas” planteaba un camino medianamente demandante con algunos cruces de ríos, varios riscos, bastante pantano y un paso de montaña entre los Valles Rees y Dart. Nos pareció alucinante poder tener las montañas siempre a un costado del recorrido y disfrutar de la compañía de muchos ríos durante gran parte del camino. Está sin duda, sería una épica aventura.

Día 1, de Muddy Creek a Shelter Rock (19 Km): El Pantanal – Ver ruta aquí

Antes de comenzar el recorrido, tuvimos que contratar un transporte que por la “módica” suma de 55 dólares neozelandeses por persona nos llevó hasta el punto de partida en Muddy Creek, cerca a la ciudad de Glenorchy. Al finalizar el recorrido, en Chimamas Park, tendríamos que pagar una suma similar para llegar de nuevo a Queenstown.

El camino comenzó por una carretera destapada que nos condujo a unas bellas praderas que comenzaban a atravesar el valle. Aún no nos encontrábamos en tierras del parque natural, sino que atravesábamos a campo traviesa varias fincas por un camino marcado siempre con estacas cada cien o doscientos metros. Si bien fue un placentero recorrido, no significó que no tuviera algunos desafíos como cruzar algunos ríos, atravesar riscos y caminar por varios kilómetros en un humedal que bien supo mojar nuestras botas y pies.

A eso de la 1 de la tarde y cuando llevábamos unas tres horas de camino y 12 kilómetros recorridos, nos topamos con el ingreso al parque, demarcado por una simple señal en el recorrido. Allí vimos con alegría que habíamos tenido un buen progreso y que nuestro punto de dormida en el Shelter Rock, estaba a unos 8 kilómetros más o 2:30 de recorrido al paso que llevábamos.  A partir de ahí comenzaba un ascenso poco pronunciado por un bosque de árboles altos en medio de un clima bastante fresco. Nuestras espaldas ya comenzaban a resentirse un poco por el peso de la comida de tres días, pero sabíamos que con el correr de las horas y los días, ese peso iría disminuyendo considerablemente.

Una hora y media más tarde, el camino abandonó el bosque y nos dejó ver las cimas cubiertas de nieve de los montes Head y Clarke, causantes de grandes avalanchas en época de invierno y en consecuencia, numerosos inconvenientes a los caminantes. A partir de ahí, solo nos faltó una hora más para llegar al Hut donde pasaríamos la noche, el Shelter Rock.

Los hut en Nueva Zelandia son una característica bien especial de este país. Iniciados a mediados de siglo en el Arthur Pass, hoy en día el país cuenta con una red de refugios de montaña o Huts de más de 900 ubicados a lo largo de todos los parques naturales. Los más accesibles usualmente cuentan con facilidades como cocinas con gas e inclusive cuartos privados, pero la gran mayoría de ellos, como el Shelter Rock, cuenta con una cocina comunal sin gas, unos cuantos cuartos donde hay dispuestos colchones de espuma forrados en plástico y letrinas ubicadas usualmente en las afueras del lugar.

Pues bien, aunque en el parque se puede acampar preferiblemente en las zonas designadas cercanas al hut, nosotros sabiamente habíamos decidido dormir en estos refugios para así no tener que cargar el peso de nuestra carpa por tres días seguidos, algo que en definitiva mejoraría mucho la experiencia.

Ya eran casi las cuatro cuando arribamos al hermoso Hut que lucía como nuevo: sus colchones, cocina y hasta sanitarios, no letrinas. Días después, nos enteraríamos que, en efecto, este estaba recién construido y como tal obedecía a los nuevos diseños. Las bella vista a las montañas acompañada de una taza de café y algunos chocolates dieron un cierre perfecto al primer día de esta caminata que apenas comenzaba.

Día 2, de Shelter Rock al Dart Hut (10 Km): El Paso – Ver ruta aquí

Luego de pasar una noche bastante cómoda, aunque con algo de calor, a eso de las 9 de la mañana comenzamos el recorrido. Nuestras botas y medias, aún mojadas, nos recordaron los cruces de ríos y humedales del día anterior.

El camino comenzó con un largo ascenso de pendiente moderada justo a la orilla Del Río Rees. El día estaba totalmente claro, con lo cual podíamos apreciar las hermosas cumbres nevadas así como el inmenso bosque que yacía bajo ellas. No tardamos mucho hasta hacer la primera parada del día, en el kilómetro 5, para enfrentar los últimos metros del ascenso al paso. En este punto, el camino se puso mucho más empinado, podría decirse que con una inclinación superior a los 45 grados, pero pudimos sortearlo sin ningún problema.

El reloj dio las 12 del medio día cuando llegamos al caballete que marcaba el punto más alto de camino. Sabíamos que a partir de ahí seguiría un escarpado pero corto descenso de 4 kilómetros que nos tomaría un máximo de dos horas, así que aprovechamos el buen margen de tiempo para subir un poco más y poder disfrutar de una vista a las montañas mucho más despejada. El desvío de solo 15 minutos para llegar a ese punto si que valió la pena tomarlo.

Desde el caballete el descenso se realiza siguiendo el lecho del río Dart.  Mucho más caudaloso que el Rees y por un cañón más cerrado.

A eso de las 2:30 llegamos a nuestro segundo Hut, el Dart que, un poco más añejo que el primero lucía en perfecto estado de limpieza pese a ser mucho más concurrido dada su ubicación en medio de varios caminos.

Rápidamente separamos nuestras camas y aprovechamos el resto de la tarde tomando el sol e inclusive dándonos un pequeño baño en el río que, en este punto, formaba varias piscinas perfectas para un rápido chapuzón.

La noche nos tomó con una deliciosa pasta con carne y ensalada que bien pudimos preparar con nuestro horno de gas. Al final, un par de galletas y té acompañaron la velada en conjunto con otros 15 caminantes que pasarían la noche en este lejano pero hermoso lugar.

Este día fue quizás uno de los preferidos de todas las caminatas que hicimos. La hermosas vistas de montaña, el perfecto clima y la ubicación del Hut hicieron de esta corta pero intensa parte, una jornada memorable.

Día 3, de Dart Hut a Daleys Flat Hut (18 Km): La Pradera – Ver ruta aquí

Esta vez salimos un poco más temprano para asegurar nuestros espacios en el siguiente Hut. No es que sea una competencia y es poco probable que alguien se quede sin una cama en cuyo caso podría dormir en el piso, pero si se pueden tener mejores espacios si se llega primero. Habíamos leído que este Hut era más pequeño así que ante los 15 caminantes que estábamos aún en el recorrido, esperábamos una tarde muy concurrida.

El camino descendió un poco y nos llevó por el bosque hasta grandes explanadas de pasto que cruzamos sin ningún problema. La dificultad del camino para mí radicó en una alergia terrible quizás como reacción al polen proveniente de los floridos pastizales por los que pasamos. Mis ojos lloraban y me ardía la garganta así que me la pasé la mayor parte del camino más lidiando con el malestar que disfrutando el paisaje.

Esta etapa del recorrido se tornó bastante monótona. Cruzamos grandes tramos de bosque en los que no vimos nada diferente a hojas y árboles gigantes que apenas dejaban pasar algunos rayos de sol.  Cuando caminábamos por los pastizales podíamos ver el río Dart en todo su esplendor.

5 horas tardamos para llegar a nuestro destino que ya estando por debajo de los 900 metros y a plena luz del día, estaba plagado de las molestas Sand Flies, unas pequeñas moscas características de esta zona de Neva Zelandia que literalmente te pueden devorar.

Dice alguna leyenda que cuando los dioses crearon esta tierra y vieron que sus habitantes solo de dedicaban a contemplar su belleza, creó las sand flies para obligarlos a trabajar, pues la mejor forma de huir de ellas es mantenerse en movimiento.

Así pues nuestra única opción en aquel pequeño Hut en el que ya se encontraban algunos caminantes, fue quedarnos adentro, pese al abrumador calor de la tarde. En esta ocasión no hubo caminatas alternas ni paseos alrededor gracias a la ferocidad de estas pequeñas bestias. Afortunadamente, el ambiente de los caminantes es muy amigable así que fue fácil pasar el resto del día y algunas horas de la noche en amenas charlas con los otros viajeros.

Día 4, de Delays Hut a Chinamans Car Park (16 Km): Los Riscos – Ver ruta aquí

Nuestro transporte al final del recorrído estaría allí a las 4 de la tarde así que teníamos suficiente tiempo para recorrer estos últimos kilómetros. No obstante, sabíamos que un largo tramo de 7 kilómetros antes del final había estado cerrado por varios años debido a un gran derrumbe que provocó daños irreparables en el camino, obligando a tomar rutas alternas un poco más largas que la original y mucho menos demarcadas.

Pese a estas advertencias, no tuvimos mayores dificultades y pronto nos encontramos disfrutando de la zona donde se había provocado aquel derrumbe por el hermoso lago que había quedado como consecuencia del desbordamiento del río y los riscos con vistas preciosas que el camino obligaba a sortear.

Con paso moderado enfrentamos la etapa final acabando con lo último que nos quedaba de comida en medio del bosque a tan solo un par de kilómetros de parqueadero.

Marcaban las dos de la tarde cuando vimos la marca del Chinamans Park y con esto el final de los 63 kilómetros de esta caminata.

Atrás quedó este hermoso valle con sus montañas, sus ríos cristalinos, su bosque de niebla y sus cálidos refugios de montaña. Nos despedimos de él mientras Alex y yo reflexionábamos sobre cuánto nos gustaba este país en donde es posible adentrarse en la naturaleza de una forma accesible y al mismo tiempo en armonía completa, sin basura, sin riesgos y sin dejar rastros de depredación.

Una vez más, estábamos seguros de que esta no sería nuestra última vez en este país.

Algunos datos a tener en cuenta:

  • Esta caminata requiere mayor experiencia que las Great Walks en términos de montañismo, no es peligrosa en sí misma pero implica cruzar algunos ríos y caminar por zonas expuestas.
  • Es indispensable llevar ropa para cualquier circunstancia climática, aunque sea verano.  Tuvimos un clima espectacular todos los días y sin lluvia pero las condiciones pueden cambiar en cualquier momento y hay que estar preparados, esto hace la diferencia no solo en términos de comodidad sino también de supervivencia.
  • La caminata del último día aún no había sido actualizada en la guía de ruta del parque, se puede hacer fácilmente entre 4 y 5 horas, nosotros reservamos el transporte de regreso a las 4 pm y tuvimos que caminar muy pero muy despacio (para evitar llegar al parqueadero a ser devorados por las sand flies).
  • Siempre se debe chequear con la oficina del Departamento de Conservación las condiciones del camino y seguir sus recomendaciones en términos de seguridad.

En este video puedes ver lo que llevamos a la caminata:

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