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Tashkent, Uzbekitán: la ciudad de las grandes avenidas

Del 18 al 21 de octubre de 2023.

Llegamos a Tashkent, la capital de Uzbekistán, un 18 de de octubre de 2023, tras un largo viaje en tren desde la ciudad de Khiva. Nos tomó un poco más de 16 horas el recorrido, pero contamos con la suerte de que el encargado de nuestro vagón nos vendió su camerino privado por unos 25 dólares, los cuales pagamos complacidos a cambio de tener un espacio libre de ruido que nos permitiría tener una buena noche de descanso.

Habíamos reservado un buen hostal en una de las alas de ciudad, el Anvar’s Guests, que de inmediato nos recibió al amanecer con un buen desayuno y nuestro cuarto perfectamente arreglado. Tashkent es una ciudad que no tiene un centro principal donde se encuentran la mayoría de las atracciones. Los diferentes puntos de interés se expanden por toda la urbe en donde las grandes avenidas y los intrincados cruces peatonales, hacen que ir de un lugar a otro pueda ser una empresa de varias horas. Lo más recomendable es estar cerca a una de las estaciones de metro (nuestro lugar estaba ubicado a unos 20 minutos caminando de la estación Cosmonauta) y usar el popular y barato servicio de taxi de la aplicación de Yandex, muy común en la mayoría de las ciudades de este país.

Nuestra primera impresión de la ciudad, al caminar por sus calles, fue bastante positiva. Con 3 millones de habitantes y una gran superficie, no se siente un tráfico pesado y hasta los lugares más concurridos parecen vacíos. Sus grandes avenidas, monumentales construcciones y gigantescos parques cada pocas cuadras, hacen pensar que fue una ciudad bien planeada y que los gobernantes se preocupan por mantenerla impecable. No por nada, se le considerara una de las grandes capitales referentes de la arquitectura contemporánea islámica.

La primera visita, la hicimos al Museo nacional. Si bien contiene una información muy completa, al solo tener algunos carteles traducidos al inglés, hizo para nosotros que esta fuese una experiencia menos educativa. Sin embargo, fue interesante reconocer y conectar de nuevo con la historia de los Samánidas, de Timur y los Korezm, cuyas ciudades principales habíamos visitado en los días anteriores. Terminamos el día en uno de los restaurantes locales más famosos, Anjir, que nos supo deleitar con deliciosos platillos de carne al grill y ensalada, nuestra comida preferida en este país.

Al siguiente día visitamos el Gran Bazar, que con su gigante domo cubre un espacio circular donde se vende todo tipo de carne, vegetales, frutas, especias y sobretodo, muchas nueces. El lugar nos sorprendió por su limpieza y ausencia de olores de los tradicionales bazares latinos donde el agua leche de los productos lácteos se mezcla con la sangría de las carnicerías para formar un putrefacto olor pestilente que cubre todo el lugar.

Green Bazar Tashkent – Uzbekistan

Ese mismo día visitamos la Mezquita Juma en el complejo que cuenta con unos bellos minaretes de 50 metros de altura. Su visita es bien recomendada, no solo por la monumental construcción sino porque en su parte trasera se encuentra un pequeño museo donde se puede apreciar un Corán del siglo séptimo, del que se dice que es el más antiguo que existe. Una curiosidad que bien vale la pena apreciar, junto con decenas de diferentes versiones de este libro sagrado.

La mezquita Juma, también conocida como mezquita de los viernes, es uno de los monumentos más antiguos de Tashkent, Uzbekistán. Su construcción se remonta al siglo IX, y forma parte del conjunto arquitectónico de Registán. Esta mezquita es la tercera más grande de Uzbekistán, después de la Mezquita Bibi-Khanum en Samarcanda y la Poi-Kalyan en Bukhara.

Ya un poco agotados hicimos un esfuerzo para visitar Minor Mosque localizada en la parte nueva de la ciudad. Su inauguración tuvo lugar antes de un acontecimiento significativo en el mundo musulmán: la fiesta del Eid al-Hayit de 2014. Aunque sigue las normas de la arquitectura oriental tradicional, se diferencia de las mezquitas más antiguas por su acabado en mármol blanco. Con capacidad para más de 2,500 personas, brilla bajo el sol en días soleados.

El tercer día decidimos dedicarlo al Museo Estatal en Memoria de las Víctimas de la Represión, el cual recuerda acontecimientos represivos de las era soviética. Presenta un compendio de fotografías difíciles de comprender para alguien que no hable el idioma local. A pesar de estos, nos interesamos por los llamados juicios del algodón que ocurrieron bajo el gobierno soviético, en donde el incremento de cuotas de algodón no solo conllevó al deterioro del suelo, sino que se creó todo un aparato corrupto para el reporte de cifras falsas. En total hubo de cerca de 4.000 personas involucradas, muchas de las cuales se suicidaron o fueron asesinadas. Cuando el país se independizó, hubo un indulto general para estas personas que ya bajo una nueva óptica, fueron consideradas víctimas de un gobierno opresor.

Muy cerca de este bello parque donde se encuentra el museo, se puede probar el pilaf de Besh Qozon, famoso en toda la ciudad. Similares a otros pilaf que pudimos probar a lo largo de esta y otras repúblicas centro asiáticas, no deja ser un arroz con cordero y vegetales muy sabroso, pero cuyo aceite refrito te deja no solo los labios pintados sino una sensación de pesadez por unas cuantas horas. A pesar de que ya sabíamos a lo que nos enfrentábamos, no resistimos la tentación de probarlo.

Cayó un día más. Ya un poco sobrecargados por la cantidad de monumentos, mezquitas, madrazas y edificios de los últimos días, decidimos dedicarlo a descansar en el Parque Magic City. Sus zonas verdes y bellos restaurantes y locales comerciales al estilo de las ciudadelas de los parques de Disney, es un buen lugar para caminar, ver curiosidades y disfrutar de la comida. En nuestro caso, nos dejamos deleitar con una hamburguesa que como tantas otras que hemos probado por estos lares, no llega al nivel de una hamburguesa promedio de occidente.

Ya el último día, en el que tomaríamos un corto vuelo nocturno a Almaty en Kazajistán, fuimos al Museo de Karimov, el ya difunto primer presidente de la nación tras su independencia. El lugar contiene gran cantidad de fotografías importantes de este líder y a pesar de tener pocos registros históricos, bien vale la pena para apreciar las obras de arte de la galería anexa donde se muestra la imagen este mandatario de la mano de muchos artistas. Las pinturas y esculturas son en conjunto una obra maestra. Para fortuna de Karimov, este no goza de la impopularidad de otros mandatarios totalitarios. Si bien, este líder fue siempre cuestionado por las potencias occidentales, en especial tras la massacre de Andijan, se puede percibir no solo por este gran memorial sino por lo que comenta la gente, que ven su gestión con muy buenos ojos y que a él le deben la prosperidad y grandeza del Uzbekistán de hoy.

No podíamos irnos de Tashkent sin visitar la Plaza de la Independencia que con su gran pedestal y jardines es una muestra más del compromiso que tienen los uzbekos para construir monumentos espectaculares. Es sin duda uno de los pasos obligados por esta gran metrópoli.

Tras un buen almuerzo en el bien calificado y, para el promedio del país, costoso restaurante Otto, aprovechamos un par de horas para visitar el Museo Estatal de los Temúridas que cuenta la historia de esta gran dinastía del siglo XI con su centro en Samarcanda. Al ya haber visto tantos museos más bien despoblados de información, este nos sorprendió por lo bien dotado. Su guía interactiva con animaciones en realidad aumentada, el orden de la información traducida en su mayor parte al inglés y las preciosas maquetas y objetos del imperio de Timur, nos hicieron arrepentir de no haber separado por lo menos toda una tarde para dedicarle a este precioso lugar.

Así, dejamos nuestro recorrido de 18 días por este hermoso país, del que poco sabíamos y del cual nos vamos con un entendimiento más claro de la influencia de estos pueblos sobre la vida contemporánea. Los uzbekos, con sus ciudades perfectamente elaboradas, monumentos dignamente restaurados, interminables mosaicos y una generosa hospitalidad, nos han mostrado que no solo tienen un pasado que ha influenciado el mundo contemporáneo, sino un vibrante presente del cual sentirse orgullosos.

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