Vientián, nuestra puerta hacia Laos
Vientián, febrero 13 y 14 de 2017
La capital de Laos nos recibió con un aeropuerto tranquilo aunque bastante básico, allí tramitamos la Visa directamente, básicamente se llena un formulario, se anexa una fotografía y se paga (para colombianos el valor es de US$30 pero depende de la nacionalidad). El taxi, con una tarifa fija de US$7 nos llevó hasta Ali Backpackers en unos 20 minutos. Unos metros antes de llegar, vimos de nuevo, después de casi 5 años, el río Mekong. Este río que nace en Tíbet, atraviesa también China, Myanmar, Tailandia, Camboya y Vietnam en un recorrido de 4,880 km.
El día había comenzado bastante temprano (tomamos un vuelo de Yangón a Bangkok y de ahí otro a Vientián), pero teníamos mucha hambre y salimos a buscar rápidamente el almuerzo. Lo primero que admiramos de la ciudad fueron sus calles limpias, el tráfico tranquilo (a pesar de que estábamos en el centro) y especialmente, los andenes para caminar. Es divertido cómo cosas tan sencillas nos hacían sentir felices, sólo porque habíamos carecido de ellas las últimas dos semanas en Myanmar.
Vientián es una ciudad cargada de influencia francesa pero que mantiene su estilo asiático. Nos quedamos un día en medio en los que recorrimos caminando los principales atractivos de la ciudad. Nos llamó la atención que los templos están mucho más ornamentados que los que vimos en Myanmar, con un estilo un poco más parecido al de Tailandia y Camboya. Estos son algunos de ellos:
Wat In Paeng: el trabajo en estuco del hall es lo más llamativo de este templo, así como la madera tallada en el techo, paredes y ventanas.
Wat Ong Teu Mahawihan: su principal atractivo es el Buda de 5.8 m de altura del siglo XVI.
Wat Hai Sok: es uno de los pocos templos donde se puede apreciar en un sólo lugar (en este caso en el jardín) las diferentes posiciones de Buda
Wat Mixai: no pudimos visitarlo por dentro ya que estaban haciendo unas especies de “audiencias” con los monjes, había mucha actividad y no quisimos interrumpir
En la noche, cierran un aparte del malecón, lo cual aprovechan muchas personas para correr, montar en bicicleta o simplemente andar. El mercado nocturno (paralelo a esta vía), aunque lleno de gente, estaba tranquilo y limpio, dedicado principalmente a la venta de ropa.
De los lugares que visitamos, recomendamos especialmente el Centro de Visitantes COPE. Esta pequeña exhibición (que bien merece por lo menos un par de horas) busca crear conciencia sobre los efectos de los objetos no explotados (UXO) que en el caso de Laos son miles de bombas arrojadas por los Estados Unidos en su territorio durante la guerra de Vietnam (o la guerra de América según a quién se le pregunte).
Estados Unidos envió a Laos más de 580 mil misiones de bombardeo, lo cual representa una misión en promedio cada 8 minutos, 24 horas al día, durante 9 años, haciendo que sea el país más bombardeado del mundo (per capita). Se estima que se descargaron más de 270 millones de “bombies” (la carga explosiva dentro de las bombas) de las cuales el 30% aproximadamente no explotaron, convirtiéndose en un riesgo enorme para la población civil y prácticamente para cualquier actividad de desarrollo en el país, ya que estos artefactos (aunque no explotan sólo con caminar sobre ellos como las minas quiebra patas) se activan con un golpe o con calor, lo cual puede ocurrir cuando alguien está cocinando en su aldea o arando la tierra, pero también cuando se hacen excavaciones para construir carreteras o cualquier edificación.
De hecho, más de 50 mil personas murieron o resultaron heridas entre 1964 y 2011 por estos artefactos, de los cuales 13,500 perdieron una extremidad y el 40% son niños. En el Centro de Visitantes hay mucha información sobre este tema, con fotografías, testimoniales, películas y hasta representaciones de las viviendas. El COPE se ha especializado en atender a las personas que sufren alguna discapacidad en Laos (independientemente de que hayan sido ocasionadas por UXO).
Algo que empezamos a disfrutar en Vientián y que después vimos en el resto de Laos, fue la deliciosa comida callejera. Es un país en el que la limpieza es muy importante para sus habitantes, así es que probamos muchas preparaciones con total confianza (y nunca nos enfermamos), en especial estábamos ansiosos por comer muchas frutas (en Myanmar apenas encontramos manzanas, melones y banano).
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