Yangón, la ciudad de los pájaros
Yagón, 1 de febrero de 2017
Fue por casualidad que decidimos visitar Myanmar, un país del Sur de Asia que no goza de la popularidad de sus vecinos como Tailandia, Vietnam, Laos o Camboya. Hace algunos años, en medio de conversaciones de viajeros en un pequeño restaurante de Koh Tao en Tailandia, un Filipino, de quien no recuerdo ni su nombre, me habló de las maravillas de Malasia y, sin explicación alguna, fue Myanmar el nombre que quedó registrado en mi memoria.
Yangón, su capital, nos recibió un lunes 30 enero luego de dos vuelos desde Los Ángeles, en un cómodo aeropuerto que dista mucho de lo que nos imaginábamos. Como colombianos, pedimos la visa electrónica un mes antes y sin mayor trámite, pudimos pasar inmigración.
Siendo un país que recién sale de una dictadura militar, que antes enfrentó el comunismo y tres periodos de colonización británica, podría haber sido natural que mostrase una infraestructura más precaria. El camino desde el aeropuerto nos mostró una ciudad con unas cuantas buenas avenidas y más bien similar a lo que podríamos reconocer como una urbe tercermundista occidental. No obstante, no pasó mucho tiempo para que la ciudad en pleno, dejase ver su lado más real y crudo cargado de tradiciones ancestrales pero al mismo tiempo de una humanidad caóticamente balanceada.
El Barrio Chino y sus alrededores, adornado por un mercado callejero en el que se puede encontrar desde baratijas hasta los electrodomésticos más preciados, nos dejaron observar tres tradiciones únicas de esta nación: las faldas o longyi que usan los hombres; el maquillaje de las mujeres o Thanakha, fabricado a partir de las raíces y la madera del árbol del mismo nombre; y el paan, mezcla de tabaco, nuez y cal o betel que, al masticarse, sirve como estimulante. Algo similar a la cafeína pero, según algunos estudios, altamente cancerígeno. Sin embargo, quizás fueron los vestidos de las mujeres lo que más me llamó la atención. Perfectamente combinados, alejados de cualquier tendencia occidental y esculpidos en unos cuerpos delgados y bien formados, sobresalían por doquier en medio del caos monumental del centro de la ciudad.
Así pues, luego de visitar la oficina de Turismo en el costado noroccidental del parque Maha Bandula, nos decidimos a explorar los alrededores del hotel en lo que sería el día número uno de nuestra larga travesía por Asia. No hubo muchas sorpresas, más bien fue un despertar a la realidad de esta parte del mundo que extremadamente poblada y sin muchos estándares de limpieza mostraba una vida más bien básica pero sin miseria y en donde las personas se respetan unas a otras. Caminamos todo el día en medio de una completa sensación de seguridad.
El día siguiente nos dedicamos a explorar la Shwedagon Paya, la cual es la pagoda más importante del país debido a que allí se encuentran varias reliquias importantes entre ellas ocho cabellos de Siddharta Gautama. Su estupa o cúpula, de 100 metros de altura, está cubierta por más de 60 toneladas de oro macizo y en la corona superior cuenta con un innumerable juego de piedras preciosas, entre las que se destaca una colección de 4,531 diamantes. Esta pagoda, de 2.500 años de antigüedad, es claramente una de las más importantes maravillas religiosas del mundo. En definitiva la inversión de 8.000 Kyats (USD 6 c/u) del ingreso y de 15.000 Kyats (USD 11.5) que pagamos para una visita guiada, valieron la pena.
Terminamos el día caminando por dos hermosos parques: El People’s Park y el Kandawgyi Lake. Valió la pena alejarnos del agitado centro de la ciudad para conocer otra cara de Yangón.
Así, un miércoles primero de febrero, dejamos Yangón. Mientras trataba de asimilar toda la energía de una ciudad que, tras decenas de años de oscurantimo, está sedienta de desarrollo y sabía que nunca olvidaría un detalle que tal vez había pasado desapercibido por muchos viajeros: el sonido de sus pájaros. Ese que surca por los aires en todas partes, desde la salida del aeropuerto, pasando por los mercados más atiborrados, hasta el silencio de los cuartos de oración de la Pagoda Shwedagon. Es por eso que puedo afirmar que Yangón es, sin lugar a dudas, la ciudad de los pájaros.
Algunos datos prácticos para visitar Yangón:
- El taxi del aeropuerto al centro de la ciudad cuesta 8.000 Kyats diurno y 10.000 Kyats nocturno.
- El tráfico en horas pico puede ser una pesadilla, nosotros optamos por hacer todos los recorridos caminando (a excepción de los traslados al aeropuerto y la estación de buses). Los conductores no tienen el más mínimo respeto por el peatón y no se puede confiar en los semáforos, hay que ser extremadamente precavidos al cruzar las calles.
- Nos hospedamos en el Hostal 21 en el barrio Chino, sin embargo quienes quieran estar alejados del caos del centro pueden elegir un alojamiento más al norte, entre la Shwedagon Pagoda y el lago Inya.
- Otro de los atractivos de la ciudad es la pagoda Sule, para nosotros no fue una gran experiencia, bien puede saltarse.
- Dicen que todos los precios para los turistas están inflados (aún así son económicos casi siempre), vale la pena regatear ya que hemos visto que en efecto generalmente hacen un descuento.
- A las pagodas sólo se permite el ingreso descalzo (y sin medias), generalmente hay un puesto a la entrada en el que se pueden guardar los zapatos a cambio de una donación. Nosotros llevamos nuestro propio kit: una bolsa para guardar los zapatos en el morral y pañitos húmedos para una limpieza rápida antes de volvérnoslos a poner.
- Nos abstuvimos de probar la comida callejera, sin embargo experimentamos las delicias locales tanto en el restaurante del hotel donde comimos por un poco más de un dólar, y en el restaurante Shan Yoe Yar, muy bien recomendado por nuestro amigo Juan Pablo que recién estuvo en este país. También tuvimos la oportunidad de probar las delicias del sudeste asiático en un restaurante vietnamita y otro tailandés.
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Hugo Salazar
3 febrero, 2017Me economice el viaje al Asia!!!. Seguire sus pasos.- Mucha suerte.-