La puerta del infierno
Kenia – 12 de septiembre de 2013
A la llegada del Masai Mara teníamos un día extra en Nairobi, sin embargo nos encontramos frente a frente con su triste realidad: es una ciudad con un alto nivel de delincuencia común en el que hay pocas atracciones turísticas, todas rodeadas por el flagelo que le ha ganado a la ciudad su triste calificativo de “Nairrobo”. Días después, mientras estábamos en Namibia, las cosas se pusieron aún más difíciles cuando extremistas islámicos se tomaron un centro comercial, dejando un saldo de aproximadamente 70 muertos, 200 heridos y 50 desaparecidos.
Cloti fue la encargada de evaluar opciones de paseos de un día, mientras David y yo nos conectábamos con la oficina para resolver algunos asuntos pendientes. Con el consejo de Juliana (nuestra anfitriona) llegamos a la opción de visitar “Hell’s gate” (la puerta del infierno en español), un parque natural cerca al lago Naivasha donde viven de manera libre algunos animales salvajes, sin la presencia de depredadores.
Hell’s gate es uno de los parques naturales del Valle del Rift, cuna de la humanidad y de los famosos maratonistas kenianos.
Contratamos un transporte privado que cuesta 6,000 shillings el día (aproximadamente 70 dólares) por vehículo. Desde Nairobi nos tomó una hora y media y al llegar a Elsa gate teníamos la opción de hacer el recorrido de 8 km caminando, en bicicleta o en carro. Nuestra opción fue la bicicleta. Por 500 shillings se alquila una bici en malas condiciones pero que resulta suficiente para el paseo. La entrada cuesta USD25 dólares para extranjeros.
En menos de 10 minutos ya estábamos extasiados por la belleza del lugar: hermosas formaciones rocosas que inspiraron los paisajes de “El Rey León”, zebras, facóqueros, jirafas, impalas y búfalos corriendo libremente y a pocos metros de nosotros complementaban el paisaje.
Nuestra emoción parecía infinita: ¡Un Safari en bicicleta! Qué experiencia tan única e inolvidable. Estos animales extraordinarios no sabían que el mundo cada vez es más pequeño, que el ser humano sigue poniendo su ambición por encima del milagro de la vida, que cada segundo nos reproducimos a velocidades exponenciales, agotando los recursos del planeta, pensando ilusamente que el futuro de “nuestros hijos” se puede desligar del futuro de todos los seres vivientes de la tierra.
Luego de un poco más de una hora (por las muchas paradas a tomar fotos que hicimos), llegamos a “Central Tower” donde preparamos algunos sandwiches para almorzar. Allí dejamos las bicicletas e ingresamos a “Ol Njorowa”, un cañón labrado por el agua durante cientos de años y que presenta unas formaciones muy interesantes. El recorrido nos tomó una hora y media y lo hicimos por nuestra cuenta, sin embargo el camino no es obvio y es una buena idea contratar a uno de los guías del lugar.
El regreso estuvo un poco más sufrido, por lo menos para mí que no monto tanto en bicicleta y ya estaba agotada, adicionalmente el calor era bastante fuerte.
Regresamos a Nairobi cabeceando en el taxi, mientras nos atrapaba el terrible tráfico de la ciudad en la hora pico. Ir a Hell’s Gate fue una bonita experiencia y reafirmó lo que siempre pensamos: disfrutamos mucho más del contacto con la naturaleza que de las ciudades.
Para tener en cuenta:
- Es indispensable llevar suficiente agua, en el camino no hay ningún lugar para abastecerse (en el inicio del cañón los guardias venden bebidas).
- No se debe alimentar ni molestar a los animales, ellos están en su hábitat, nosotros somos los intrusos.
- Es importante revisar el estado de las bicicletas al momento de alquilarlas. Entre las difíciles condiciones del lugar y un evidente escaso mantenimiento, no son las mejores.
- Las bicicletas se pueden arrendar en la desviación a la entrada del parque (un par de km antes de llegar) o en el parque mismo. Ambas opciones finalmente cuestan lo mismo ya que aunque las de afuera son más baratas, hay que pagar un “entrance fee” de 100 shillings.
- Leímos en TripAdvisor que algunas personas se quejaban del polvo que levantan los carros al pasar, en nuestro caso no tuvimos problema, apenas nos pasaron unos tres vehículos y como hacía bastante viento, el polvo desaparecía pronto.
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