De Arusha a Kampala
Julio 16 al 20 de 2011
Nuestro ascenso al Kilimanjaro terminó el 16 de julio cuando dejamos el parque por la puerta Mweka. La salida mostraba las caras de satisfacción de los cientos de turistas que llegaron a las diferentes cimas y la de los porteadores que podrían descansar por un par de días.
El lugar estaba lleno de vendedores ambulantes con toda clase de souvenirs y de niños que decían “Boots?” señalando las botas llenas de pantano con un cepillo para lavarlas.
Allí nuestro equipo nos preparó el último almuerzo mientras hacíamos la fila para obtener el “certificado” del ascenso y nos despidió con una canción en honor a la montaña.
Dos horas después estábamos de nuevo en Arusha en el Hotel Le Jacaranda, un lugar tranquilo y acogedor en las afueras de la ciudad. Enviamos algunas prendas a la lavandería del hotel y nos dedicamos por un par de días a descansar. No hay mucho para hacer en Arusha, y la cantidad de Touts es impresionante, aunque acá, a diferencia de Zanzibar, luego de decirles un par de veces NO, suelen dejar al turista en paz.
El 18 de julio Fred nos recogió para llevarnos al bus hacia Kampala (aprox. USD40 c/u). Nos entregó unos CD y nos pidió que le ayudemos a promocionar su empresa en Colombia (por favor los interesados nos preguntan). Después de la experiencia del bus de Dar Es Salaam a Arusha, decidimos ir primero al supermercado y abastecernos de comida y agua, entre otras cosas porque aunque preguntamos varias veces, jamás nos dijeron cuánto se demoraba el bus a Kampala.
A las 2 pm parecía que no había ningún bus. Ni los empleados ni los otros pasajeros se movían para nada. Luego al momento de abordar un empleado de la empresa nos mostró la cláusula del tiquete que decía que el equipaje máximo permitido eran 10kg y nos pidió USD10 por llevar las mochilas en el bus. Es la forma más común de estafa en los buses* y lo que hicimos fue darle el dinero pero pedirle un recibo de la empresa donde certificara que habíamos pagado… Esto fue suficiente para que desistiera.
Un par de horas después el bus paró en Namanga, la frontera con Kenya. Allí se nos acercó un personaje que dijo ser de la empresa de buses para ayudarnos con la visa de tránsito (estafa más común en las fronteras) y luego de ignorarlo logramos obtener la visa sin problemas (USD 20 c/u).
Llegamos a Nairobi 6 horas después de dejar Arusha y nos pareció estar en otro continente. Desde las ventanas del bus se veía una ciudad de grandes avenidas, edificios altos, comercio… Muy diferente a las ciudades de Tanzania, sin embargo nuestro bus sólo paró para recoger y dejar pasajeros y seguimos nuestro camino en tránsito por unas 10 horas en Kenya.
La frontera con Uganda nos recibió a las 4 am. Afortunadamente ya teníamos nuestra visa y pudimos seguir sin problema para llegar a Kampala el 19 de julio a las 8:30 am (en conclusión, el bus se tarda 18 horas).
Aunque habíamos arreglado un hotel con anticipación y ellos dijeron que enviarían a alguien a esperarnos, nunca aparecieron (para fortuna nuestra). Tomamos un taxi y cuando llegamos al hotel pensamos “por dios, es como dormir en “el hueco” en Medellín”. El hotel quedaba demasiado central, no nos quisimos imaginar ni siquiera cómo sería el sector en la noche, así es que en el mismo taxi fuimos primero a Backpackers Kampala y después a Red Chilli (donde nos quedamos).
Ambos lugares quedan en las afuera de la ciudad (pero de extremo a extremo entre sí), sin embargo tienen mucho ambiente y todas las opciones de alojamiento: desde carpa hasta chalet, nuestra habitación doble (con baño compartido) nos costó 40 mil shillings de Uganda, unos $28,000.
Todavía con un par de días antes de que saliera nuestro tour para ver los gorilas, y después de re-leer la guía de Kampala concluimos que no hay nada para hacer en la ciudad. Pasamos el tiempo en un par de centros comerciales, fuimos a cine a las 4 pm los dos días, supermercado, David se cortó el pelo (en un país donde el 99.99% de la gente es “chuta” y lleva la cabeza rapada o con extensiones, pero quedó muy bien) y sacamos a pasear a Nero, el pastor alemán del hostal. En las noches hay pizza al fogón de piedra en el Red Chilli y fuimos felices (con $10,000 comimos pizza con ensalada y bebidas).
El tráfico en Kampala es terrible. Uno cree que Bogotá es la tapa pero acá es peor. Aunque las calles no están llenas de huecos, son muy pocas para tanto carro. Los medios más comunes de transporte son los taxis (que realmente son un colectivo) y las moto taxis llamadas boda-boda, las cuales resultan el único transporte viable, aunque la forma de manejar de los conductores es aterradora!
Hay un par de películas para ponerse en sintonía con Uganda: “El último rey de Escocia” sobre Amin, el dictador entre 1971 y 1979 y “Gorilas en la niebla” (ya hablaremos de esta película en otro post).
El presidente actual de Uganda, Musevini, está en el poder desde 1986, perfilándose como un presidente vitalicio (cada vez que se va a acabar el período, cambia la constitución). En el país no hay derecho a la oposición, por lo que podría venirse una crisis similar a la de Egipto o Libia.
Como tendremos unos días más en Uganda después de visitar los gorilas, pensamos ir a Jinja, donde nace el Río Nilo y hacer rafting allí.
* Los invito a leer el blog de nuestros amigos Mónica y Juan Pablo, quienes ahora están en India luego de 3 meses en Europa. En su post “Un día de 48 horas: la llegada a Marruecos” cuentan una historia similar con sus maletas.
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Alexandra
24 julio, 2011encantada que esten tan felices despues de ese sueño cumplido de ver los gorilas. Dios los bendiga abrazos.
Mónica
26 julio, 2011Kampala?? Bogotá? Dios mío, tienen que ver el ” intento de suicido colectivo” que significa manejar en india!! Es aterrador, de locos! Uno no puede creer que no haya código alguno, que en carretera no usen retrovisores (los quitan o cierran), los camiones tienen letreros en la parte de atrás que dicen “Pite por favor”
Me alegra que todo esté saliendo y que nuestra integridad esté bien!
Los quiero mucho!! Nos vemos en Tailandia! Yupi!!